Orbis Tertius, vol. XXVII, nº 36, e244, noviembre 2022 - abril 2023. ISSN 1851-7811
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria

Artículos

Otra vuelta a "Roland Barthes y los límites del estructuralismo": Gramática y función referencial en Paul de Man

Daniel Pérez Fajardo

Universidad de Lisboa, Portugal
Cita recomendada: Pérez Fajardo, D. (2022). Otra vuelta a "Roland Barthes y los límites del estructuralismo": Gramática y función referencial en Paul de Man. Orbis Tertius, 27 (36), e244. https://doi.org/10.24215/18517811e244

Resumen: En el contexto del auge de la semiología francesa, Paul de Man intenta animar una polémica contra Roland Barthes por medio de un texto que no es admitido para su publicación. A pesar de su fracaso editorial, el texto posee un gran valor tanto para el estudio del estructuralismo, como para interpretar la obra de Paul de Man. En efecto, en este ensayo Paul de Man presenta argumentos que lo distancian del pensamiento estructural de Barthes y que tematizarán su obra posterior. Este ensayo busca revisar los reparos que Paul de Man manifiesta en relación a Barthes y cómo el desarrollo de estas disidencias teóricas da cuenta de la influencia de Kenneth Burke sobre el crítico belga.

Palabras clave: Estructuralismo, Gramática, Referencialidad, Interpretación, Crítica.

The Turn of “Roland Barthes and the Limits of Structuralism”: Grammar and Referential Function in Paul de Man

Abstract: At the height of French semiology, Paul de Man tried to make a polemic with Roland Barthes. His text left unpublished, but it is still of great importance for the study of structuralism, and to read Paul de Man’s work. Indeed, De Man’s essay shows arguments against Roland Barthes which will be then topics of his further works. This essay aims to be a review about Paul de Man’s theoretical problems with Roland Barthes and how the development of these arguments shows the main influence of Kenneth Burke’s work on the Belgian critic.

Keywords: Structuralism, Grammar, Referentiality, Interpretation, Criticisms.

En 1972, Paul de Man recibe el encargo de escribir un texto introductorio a la obra de Roland Barthes para acompañar el creciente prestigio que el francés ganaba en la academia norteamericana. El texto de Paul de Man fue originariamente rechazado, no obstante este sería publicado años más tarde por Yale French Studies y recientemente cuenta con una traducción al castellano publicada en 2020. En esta edición argentino-chilena, el texto de Paul de Man, “Roland Barthes y los límites del estructuralismo”, es publicado junto con “La visión ciega. El Roland Barthes de Paul de Man”, un esclarecedor y sintético texto de la profesora y crítica Judith Podlubne. La autora propone una reconstrucción de la truncada polémica, orientada a resaltar las confluencias teóricas de ambos autores (2020, p. 41). Si bien hace justicia a la discusión del texto, es importante notar ciertos argumentos que alejan a ambos autores y que tematizarán la obra posterior del crítico belga. Estos tópicos trabajados por De Man destacan la importancia del estudio de la función referencial en el lenguaje figurado y la centralidad de la tensión entre Gramática y Retórica para la comprensión del código literario. Lo anterior daría como resultado una aproximación crítica a la literatura que privilegia la clausura del texto, premisa teórica que raramente es asociada al trabajo de Paul de Man, aunque se encuentra dispersa a lo largo de su obra con una aparición temprana en “Roland Barthes y los límites del estructuralismo”.

La lectura de Judith Podlubne considera “Roland Barthes y los límites del estructuralismo” como un texto metateórico que intenta abordar la cientificidad de la semiología de Barthes. Sin embargo, la crítica de Paul de Man hacia Roland Barthes no se debe solo a un diferente enfoque y método, sino que también articula resistencias contra algunos principios críticos del pensamiento de Barthes que cuestionan la autoridad de la semiología sobre el código literario. Desplazar la discusión de “Roland Barthes y los límites del estructuralismo” hacia el campo de la literatura, en lugar de leer el texto como una reflexión sobre la capacidad de “reversa” de la semiología, abre la posibilidad de acceder a argumentos que, si bien son dirigidos contra Barthes, parecen responder más propiamente al desarrollo intelectual del intelectual belga. Lo anterior se vuelve evidente al notar cómo Paul de Man retornará a estos argumentos en momentos decisivos de su obra, como por ejemplo en Alegorías de la lectura, ya no solo como una forma de distanciarse del estructuralismo, sino como un intento de desentrañar la naturaleza del código literario.

En 1972 Paul de Man sitúa su atención sobre lo que, para Dosse, es la segunda etapa del pensamiento de Roland Barthes, signada por la búsqueda de una crítica que no clausure el texto, sino que abra posibilidades de uns comprensión no conclusiva (Dosse, 1998, p. 59). Detrás de esta dirección de apertura reside una intención general de búsqueda de libertad que, según el historiador, identifica a la obra de Barthes desde sus comienzos (Dosse, 1997, p. 72). La búsqueda de libertad es bastante evidente en el uso del término libération du signifiant, principio que sintetiza las conclusiones de un trabajo sobre el lenguaje que destaca la independencia de las formas respecto de los contenidos en el código literario. La atención de Paul de Man sobre la libération du signifiant en “Roland Barthes y los límites del estructuralismo” es evidente una vez que el belga señale que este principio debe ser bien comprendido para que el pensamiento de Barthes llegue a ser instructivo en Estados Unidos (2020, p. 74). Además de ser un texto sobre la capacidad reflexiva de la semiología, “Roland Barthes y los límites del estructuralismo” es también un intento por comprender la libération du signifiant que, inevitablemente, se transforma en la denuncia de su límite.

De manera general, las dudas sobre la validez de la libération du signifiant como principio para el estudio de la literatura aparecen ya avanzado el texto: “La pregunta todavía sin respuesta es si la función semántica y referencial de la literatura puede ser considerada contingente o si es un elemento constitutivo de todo lenguaje literario” (2020, p. 65). La repuesta a esta interrogante no aleja a De Man de Barthes; en efecto, el belga reconoce como innegable la independencia de referencial del código literario. No obstante, De Man también hace hincapié en un «patrón de error» por el cual la literatura es reducida a ser un mensaje contenedor de un significado o de un conjunto de estos, problema que Barthes jamás trató de manera directa (2020, p. 65-66). El «patrón de error» funciona como una “vulgarización” del código literario donde las formas son leídas como mensajes con un significado fijo, cuestión que, si bien es una ilusión, resulta inseparable del modo en que la literatura es leída. La pregunta por la validez de la función semántica y referencial parece revigorizada por la vía negativa del descubrimiento de un error pragmático que no parece poder ser allanado por una “ciencia literaria”.

Las consecuencias de este «patrón de error» llevan a “Roland Barthes y los límites del estructuralismo” a postular los momentos de dudas mayores sobre el enfoque formalista de la semiología:

Tarde o temprano, cualquier estudio literario, sin importar cuán rigurosa y legítimamente formalista sea, debe retornar al problema de la interpretación, ya no bajo la convicción inocente de una primacía del contenido sobre la forma sino como consecuencia de la tanto más perturbadora experiencia de ser incapaz de depurar su propio discurso de esas aberrantes implicancias referenciales (De Man, 2020, p. 66-67)

En este fragmento, Paul de Man reconoce al «patrón de error» como una intromisión referencial que la lectura adiciona a los textos de manera inevitable. La función referencial, y sus consecuencias en la semántica, son un problema para la literatura desde la perspectiva de su interpretación, problema que la semiología no presta atención. Es evidente cómo Paul de Man parece no solo disentir en cuanto a la capacidad de la semiología de pensar sus posibilidades críticas, sino también es evidente que el belga se aleja de Barthes en puntos fundamentales de su pensamiento, toda vez que propone una factibilidad de lecturas conclusivas sobre la literatura. Es más, el reclamo de Paul de Man por el retorno a una teoría de la interpretación es diametralmente contrario a la dirección que Barthes toma en el segundo periodo de su pensamiento, momento en que apuesta por un estudio centrado en la Retórica y de carácter formalista, contrario a uno que atienda a la lectura y la interpretación (Garayalde, 2021, p. 64).

Es interesante notar que el «patrón de error» que constriñe al lenguaje literario es visto por Paul de Man como un elemento necesario para el lenguaje mismo. Para argumentarlo, saca a relucir argumentos pragmáticos no tan poco usuales en su obra. El belga revisa cómo el sistema de codificación y decodificación que identifica los trabajos de Barthes de esta época es incapaz de explicar cómo las personas pueden usar el código, ya que, al ser este teóricamente vacío, el hablante no sabría usar su propia lengua (2020, p. 67). Es decir, los «errores» del lenguaje son parte necesaria de su constitución, lo que lleva a la certeza negativa de que la libération du signifiant no habla sobre el lenguaje real, sino sobre una variante abstracta de este.

Los argumentos de Paul de Man contra la semiología se dirigen a “El estilo y su imagen”, texto que en 1972 era uno dos últimos trabajos de Roland Barthes. En este texto, De Man observa señales de “buena fe” por parte del francés, cuando aborda el estilo literario desde una perspectiva que atiende a la repetición de formas, que bien puede expresar una preocupación pragmática por el uso del lenguaje (De Man, 2020, p. 69). Sin embargo, Barthes ahonda en la libération du signifiant analizando el estilo literario a modo de una colección de formas en donde la función referencial pierde importancia crítica, lo que se refleja tanto en su idea del estilo en tanto colección de códigos (Barthes, 1994, p. 151) como también en su concepción del estilo como transformación de frases (Barthes 1994, p. 158). La crítica de Paul de Man a Barthes profundiza su carácter pragmático toda vez que señala la imposibilidad del vacío total de las formas en el uso concreto del lenguaje: “La mente no puede contentarse con una mera repertorización de sus propias aberraciones recurrentes; está obligada a sistematizar su propia autointuición negativa en categorías que, cuando menos, cuentan con una apariencia de pasión, novedad y diferencia” (2020, p. 70). Para los usuarios del lenguaje, este no se compone de formas vacías; muy por el contrario, existe un contenido que brinda la posibilidad de su uso, cuestión que necesariamente tiene que impactar en la literatura y su interpretación concreta.

Es evidente el modo en que en 1972 De Man cuestiona la capacidad de la semiología de observar sus propios fundamentos, “reversa” que también se encuentra en la obra de Roland Barthes, según explicita Podlubne (2020, p. 42). Sin embargo, la crítica de Paul de Man a la validez de la libération du signifiant no parece ser uno más de sus «excesos de inteligencia» toda vez que hace ingresar argumentos pragmáticos al estudio de la literatura que cuestionan directamente lo que Garayalde llama la «cultura retórica» que Roland Barthes desarrolla en su obra (2021, p. 64). Aun así, los argumentos de corte pragmático no llevan a Paul de Man a ponderar el regreso a un modelo de primacía del contenido sobre la forma, ni a un paradigma de referencialidad directa, como tampoco a rechazar totalmente la libération du signifiant. En contraste, Paul de Man llama a problematizar la independencia de la literatura por medio de la certeza negativa dada por el «patrón de error ideológico» que interfiere en esta (2020, p. 65), idea que supone una tensión que restringiría la libertad de los signos sin necesariamente llegar a negarla.

Si bien “Roland Barthes y los límites del estructuralismo” no da suficientes herramientas para comprender las particularidades de la tensión señalada, afortunadamente 1972 no es la última vez que Paul de Man trata estos temas. Judith Podlubne destaca la influencia que Roland Barthes tiene sobre momentos decisivos de la obra de Paul de Man, como es “Semiología y retórica”, contenido dentro de Alegorías de la lectura de 1979. Según señala la crítica, la influencia de Barthes es notoria en la noción de Retórica como aberración referencial sobre la cual el belga trabaja (Podlubne, 2020, p. 29). Bajo dicha premisa, De Man aceptaría ciertos postulados de la semiología de Barthes, cuestión que ya estaba implícita en 1972. La concordancia entre los ensayos de 1972 y 1979 no cesan en ese punto, en efecto, “Semiología y retórica” insiste también en la importancia de la Gramática para el estudio de la teoría literaria al ser esta un proceso de resistencia a las aberraciones de la Retórica (De Man, 1990, p. 29). Es decir, De Man integra la libération du signifiant en su idea de Retórica, pero también presenta una nueva versión de las limitaciones de esta bajo el nombre de Gramática.

La Gramática parece corresponderse con los «errores» pragmáticos que De Man señaló en 1972, sobre todo al notar que ambos comparten la particularidad de ser procedimientos negativos ante la libertad de los signos potenciada por la Retórica. La restricción de la Gramática y su consonancia con los argumentos pragmáticos de 1972 quedan aún más en evidencia al considerar a Kenneth Burke como un antecedente importante para sus reflexiones.

Es indudable que Kenneth Burke es una figura imponente y de gran legado en la crítica norteamericana, lo cual debió atraer a un Paul de Man ya asentado en Estados Unidos. La importancia de este crítico en la obra de De Man puede ser indagada ya en las primeras páginas de “Semiología y retórica”, momento en que el belga destaca la tarea de Burke en la distinción entre Retórica y Gramática (1990, p. 21). Esta insistencia de parte de Burke es justificada, según señala De Man, por el hecho de que Retórica y Gramática dialogan entre sí en el lenguaje figurado, en donde la desviación de los tropos opera como una “una subversión con pautas gramaticales” (De Man, 1990, p. 21). Las conclusiones de Paul de Man en “Semiología y retórica” no se alejan mucho de esta premisa al postular la mutua intervención en las conocidas «retorización de la gramática» y «gramatización de la retórica».

El sentido de Gramática que De Man está directamente inspirado en la obra de Kenneth Burke y, resulta aún más llamativo que esta Gramática tendrá como contraste a la semiología de Barthes, la cual formularía también una Gramática gobernada por la libération du signifiant. En “Promesas (Contrato social)”, Paul de Man trabaja en torno a una determinación del concepto de Gramática bastante influenciada por Burke y que escenifica el conflicto sobre el contenido de las formas:

Llamamos texto a todo lo que puede ser considerado desde esta doble perspectiva: como un sistema gramatical generativo, abierto por sus fines, no referencial, y como un sistema figurado clausurado por una significación trascendental que subvierte el código gramatical al que el texto debe su existencia (1990, p. 307)

Paul de Man señala dos sentidos de texto que dependen de una valoración diferente de las capacidades y la libertad de las formas. En la primera acepción, el sistema está totalmente abierto y, por tanto, las formas operan en total libertad, mientras que en la segunda se escenifica la clausura de aquella libertad por medio de la cancelación del código no referencial: “…cada texto genera un referente que subvierte el principio gramatical al que debe su constitución (De Man, p. 306).

El sentido de Gramática que de Man señala en el texto es coincidente con el que Barthes trabaja en “El estilo y su imagen”, donde señala la cercanía de su análisis estilístico respecto de la lingüística generativa y la Gramática transformacional (Barthes, 1994, p. 159). Este vínculo se sustenta en la idea de que el estilo funciona como transformación de frases anteriores que se vinculan solo por su forma, no por su sentido o referencia, idea que está implícita en la concepción de Gramática como una colección de formas con sentido abierto. En efecto, según señala Barthes, la transformación de frases ligaría unas a otras solo por su forma, no guardando estas “…ningún secreto, ningún principio irreductible, sino la misma infinitud de sus envolturas, que no envuelven otra que el mismo conjunto de sus superficies” (1994, p. 159). La noción de envolturas relacionadas formalmente coincide con la noción de Gramática señalada por de Man señala, más aún cuando puntualiza que esta noción implica un sistema abierto y libre carente de clausura referencial.

Si bien resulta muy llamativo el hecho de que Paul de Man parezca no olvidar sus reparos de 1972 contra la idea del lenguaje como colección de formas vacías, es aún interesante notar cómo contrapone a ello un sistema según el cual las formas adquieren sentido y referencialidad en favor de una clausura del texto y sus libertades. Este «sistema clausurado» se sustenta por medio del establecimiento de una «significación trascendental», término aparentemente engorroso que esconde las profundas coincidencias entre De Man y la Gramática de Burke. En efecto, Kenneth Burke concibe a su Gramática como expresión de un análisis «trascendental», es decir, como un estudio de las condiciones de posibilidad del lenguaje (1969a, p. 317). En Paul de Man, las condiciones de posibilidad determinan la referencia de las estructuras del lenguaje, algo bastante similar a lo que suponen estas determinantes para Burke toda vez que la Gramática es concebida como un proceso que lidia con qué es cada cosa en el lenguaje, su substancia (Burke, 1969b, p. 21). La Gramática, por tanto, sería un set de determinantes que vincularían a los signos con significados, lo cual ofrecería un lenguaje poco problemático.

Si bien puede parecer que la substancia de Burke implica un retorno a un lenguaje totalmente contrario a la libération du signifiant, la Gramática es en verdad un proceso de determinaciones que se aleja de juicios esenciales, pues implica un proceso dialéctico donde las formas son asociadas con contenidos de manera dinámica (Durham, 1980, p. 363). Para Burke, la sustancia no es natural, sino producto de un sistema artificioso que se corresponde con la «segunda naturaleza» humana compuesta por signos (Burke, 1969a, p. 33). La artificialidad de las identidades entre el lenguaje y el mundo supone que el primero no captura una esencia en los objetos por medio de las palabras, sino que, por el contrario, el lenguaje sintetiza elementos que para sus usuarios representan a los objetos, es decir que la esencia se ve obliterada en favor de determinantes pragmáticas y empíricas (Crusius, 1986, p. 25).

El elemento pragmático de la teoría de Burke se encuentra sintetizado en su pentagrama de principios de determinación o ratios, el cual, a su vez, implica premisas idealistas relacionadas con las posibilidades que estos ratios dan a la comprensión humana a través del lenguaje. De esa forma, la interpretación depende de la Gramática en cuanto es contenedora de principios que posibilitan y limitan las lecturas (Bygrave, 1993, p. 92). En este punto, sustancia y referencialidad son bastante similares toda vez que ambos suponen un contenido que da estabilidad al lenguaje figurado. La constitución contingente de la sustancia supone que los signos no deben su existencia a los contenidos a pesar de estar íntimamente ligados a estos. Lo anterior implica que la Gramática no es algo agregado al lenguaje, sino que esta es uno de los fundamentos del sistema y su uso, idea a la que Paul de Man parece adherir en otra sección de Alegorías: “La noción de un lenguaje liberado del todo de las limitaciones referenciales es inconcebible […] desde el momento en que la comprensión interviene en la determinación de un sujeto o de un objeto, es inevitable” (1990, p. 62). El fragmento tiene obvias similitudes con el alegato de 1972 dirigido contra Barthes (De Man, 2020, p. 70), a la vez que muestra profundas semejanzas con la concepción de Burke en tanto la lectura concreta es incapaz de ser ilimitada, el entendimiento humano es finito, por tanto, la interpretación también lo es.

Si bien la Gramática de Burke se compone de determinaciones externas al lenguaje, es solo cuando estas ingresan al sistema lingüístico cuando se puede hablar de sustancia. Según señala Durham, para Burke los objetos y las experiencias solo tienen una existencia real una vez que están integrados en el lenguaje en formas que son síntesis del modo en que los sujetos observan a los objetos (1980, p. 355). En un plano literario, esto lleva a considerar una teoría sobre el estilo, en la medida en que existe la opción de hacer uso de las determinaciones de la Gramática para delimitar el sentido de las formas del lenguaje. Según señala Burke, esta manipulación de los determinantes de la Gramática es más complicada que simplemente usar palabras que para el autor tienen un significado; por el contrario, se debe apelar a experiencias empíricas comunes que logren desambiguar y cerrar el texto (1969a, p. 84-85).

El carácter puramente lingüístico de la sustancia de la Gramática de Burke lleva a considerar una teoría del estilo donde el uso de las formas apunta al cierre del texto. Esta idea está implícita en la noción de «sistema figurado cerrado» de Paul de Man en “Promesas”, al proponer ya no solo la necesaria intromisión de la referencialidad en el lenguaje literario, sino también que el lenguaje figurado opera su propio cierre. De esa forma, el «sistema cerrado» que propone es en realidad una Gramática de clausura, con características semejantes a la de Burke quien se opone a un sistema de colección de formas vacías que, si bien es llamado Gramática, depende de la aberración referencial de la Retórica. Lo anterior puede ser entendido como una de las confusiones entre Gramática y Retórica que “Semiología y retórica” denuncia en la semiología (1990, p. 19-20), problema ante el cual de Man propone una comprensión de Gramática signada por el empleo de “patrones” dirigidos al cierre del texto.

La Gramática evidencia que el uso de las formas no implica solo el vacío y la carencia referencial. No es poco sugerente que en “Semiología y retórica”, de Man acceda a una especie de teoría del estilo al tener en cuenta que las bases del argumento que sustenta dicha teoría remiten a sus disquisiciones en torno a las ideas de Barthes en “El estilo y su imagen”. La literatura se compone también de «patrones gramaticales» cuya indagación remarca las diferencias entre de Man y Barthes en un nivel estructural y Retórico. Lo anterior se escenifica en la metonimia, figura central para la libération du signifiant que es leída por el belga como su límite.

En “Semiología y retórica”, de Man se ocupa de un pasaje de À la recherche du temps perdu en el que Marcel intenta describir su relación con la lectura durante los veranos de su infancia en Combray. Para ello, el narrador recurre a una compleja metáfora que, en último punto y según observa el crítico belga, necesita de una sinestesia que coordine las sensaciones contrarias de frescura y calor (De Man, 1990, p. 77). Se trata de una experiencia específica que muy difícilmente puede ser abarcada por el lenguaje corriente, a menos que sea a través de una figura de síntesis que logre coordinar ambas sensaciones disimiles. De Man trabaja sobre el cliché «Torrent d’Activité» y su coordinación de «Torrent» [torrente], con sus connotaciones de frescura, y su símil «Torride» [tórrido] con connotaciones atinentes al calor. Sobre esto, De Man señala:

…si el reposo puede ser caliente y activo sin perder, no obstante, su virtud característica de tranquilidad, entonces la actividad «verdadera» puede perder su cualidad fragmentaria y dispersa y convertirse en una unidad sin tener que ser por ello menos auténtica (1990, p. 81-82)

El crítico resalta la capacidad de la metonimia de sintetizar una experiencia que, antes de su ingreso al lenguaje, era inconcebible y que, por medio del tropo, se vuelve evidente para el lector usuario del francés nativo.

En su análisis del estilo, Roland Barthes considera a la metonimia como un proceso tropológico que coordina códigos no referenciales en favor de rellenar las discontinuidades entre estos (Barthes, 1994, p. 153). En la idea de Barthes, la metonimia lidiaría con la condición no referencial de los signos, mas, este trabajo nunca supondría el establecimiento de referencialidad propiamente tal. Muy por el contrario, el empleo de la metonimia que desarrolla Paul de Man es el de una síntesis de experiencias extralingüísticas que llenan el código literario de significado referencial por medio de la asociación contingente de dos palabras que remiten a una experiencia. Esta opción de lectura parece claramente respaldada por la idea de Gramática de Burke, mas, también es profundamente coincidente con la lectura del norteamericano sobre la metonimia. Burke valora a la metonimia como una figura capaz de brindar substancia al lenguaje debido a su carácter concreto (1969a, p. 326), idea que tiene sustento en su identificación de la metonimia como una reducción de lo complejo en lo simple, de lo incorpóreo a lo corpóreo (1969a, p. 506). Este carácter radicalmente concreto une a la representación lingüística con la experiencia inmediata, vínculo poco seguro, mas, lleno de contenido para el sujeto, fenómeno que ocurre en la lectura de Paul de Man al reducir una experiencia disímil a una asociación contingente de significantes.

Por medio de la metonimia el texto pasa a tener anclaje en una experiencia disímil que es sintetizada por el tropo. Lo anterior, según el análisis de De Man, coordina una sinestesia que completa la metáfora abstracta de la lectura. La metonimia es un ejemplo de la certeza negativa que brindan los «patrones gramaticales» y su efecto de «gramatización de la retórica» toda vez que la aberración referencial es coaptada y la libertad Retórica es limitada (De Man, 1990, p. 29). El cierre del texto que establece la metonimia es evidente en el hecho de que sin la referencia doble y sin la experiencia concreta, la metáfora de la lectura no logra establecerse (De Man, 1990, p. 82). En ese sentido, el lector de Proust necesita identificar los referentes en miras de comprender la construcción Retórica, lo cual equivale a decir que estos son «referentes últimos» que la teoría no puede simplemente diferir, de ahí que, como señala De Man, la pareja entre Retórica y Gramática no constituya realmente una oposición binaria (De Man, 1990, p. 26).

La lectura que Paul de Man ofrece sobre la metonimia difiere claramente de la coordinación de superficies que Barthes trabaja en “El estilo y su imagen”, lo cual construye una noción completamente diferente de estilo donde este no es lidiar con formas vacías, sino también cerrar los textos por medio de estructuras cargadas de fijación referencial. Además de lo anterior, el hecho de que de Man escoja una metonimia compuesta por un cliché es un claro guiño a la segunda idea de estilo que Barthes desarrolla en su texto, la cual se orienta a la búsqueda de patterns en el lenguaje figurado (Barthes, 1994, p. 159). El vacío de las formas que Barthes lee en el uso de los clichés es comentado en 1972 (De Man, 2020, p. 69-70) y, según lo revisado, es también sindicado como una Gramática generativa abierta, en “Promesas” (1990, p. 307), ideas que tienen consonancia con lo aquí expuesto. En efecto, según señala De Man, el empleo que Proust da al cliché no se corresponde con un uso vacío donde la referencia es simplemente el uso anterior de la frase; muy por el contrario, el cliché implica referencialidad, cuestión ya vista en el análisis de la metonimia (1990, p. 82). De Man claramente discute con Barthes respecto del efecto de las frases usuales del lenguaje sobre la figuración, cuestión donde el belga destaca su capacidad de ligar experiencias con estructuras del lenguaje y, por ello, ser muestra de una Gramática que, a diferencia de la semiología estructural, no colecciona superficies vacías, sino que determina condiciones para el uso referencial de estas.

Además de presentar un claro freno a las libertades que identifican a la obra de Barthes, la noción de Gramática que se recoge a lo largo de Alegorías de la lectura también implica dirigir el estudio de la teoría literaria hacia la interpretación. En efecto, de Man señala que analizar los «patrones gramaticales» usados por los autores es una necesidad para la crítica futura (1990, p. 30-31), idea que por su fuerte carácter referencial parece coincidente con el reclamo de 1972 de que el formalismo no puede evitar ser una teoría de la interpretación (2020, p. 66-76). Lo anterior constituye claramente un freno a la «cultura retórica» de Barthes, al señalar el necesario retorno a los semánticos y referenciales.

Al notar cómo las inquietudes que expresa un texto fundamental como es “Semiología y retórica” remiten y desarrollan argumentos esbozados en “Roland Barthes y los límites del estructuralismo”, es imposible no considerar a este último como un texto germinal para las ideas de Paul de Man. En efecto, es notorio como las dudas de Paul de Man en 1972 sobre la libération du signifiant son desarrolladas durante el tiempo que comprende la redacción de Alegorías. En este proceso es imposible no tener en cuenta la influencia de Kenneth Burke, teórico que llamativamente, según Jameson, es una especie de antídoto contra ciertas concepciones del estructuralismo (1978, p. 513).

Es llamativo notar que en trabajos recientes sobre la obra de Paul de Man, el profesor norteamericano Tom Eyers destaque una concepción “realista” del lenguaje en el crítico belga, que bien puede ser un desarrollo de los argumentos aquí expuestos. Eyers presta atención a Ideología estética en la que señala como una igualación entre procesos de desfiguración y de figuración (Eyers, 2017, p. 133), idea que estaría implícita en el nexo que la Gramática supone entre palabras y experiencias para sujetos determinados. De ese modo, Paul de Man exhibiría cualidades y afinidades intelectuales que muchas veces parecen difíciles desde su filiación a la deconstrucción, posibilidad de interpretación que parece ya presente en textos tempranos como “Roland Barthes y los límites del estructuralismo”.

Al igual que en la novela de Henry James, The Turn of the Screw, la obra de Paul de Man tiene una solución doble donde deben convivir tanto una versión romántica y fantasmagórica del lenguaje figurado, con una crudamente pragmática y realista, lo cual no deja nunca de ser irónico. Dar otra vuelta a autores como Paul de Man es un esfuerzo necesario para el estudio de la teoría literaria, no para refutar o poner en conflicto diferentes lecturas, sino para generar una comprensión más amplia de los principios de la crítica y sus posibilidades de apertura a nuevos planteamientos.

Referencias

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Recepción: 30 Marzo 2022

Aprobación: 05 Octubre 2022

Publicación: 01 Noviembre 2022

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