Orbis Tertius, vol. XXV, nº 32, e187, Noviembre 2020 - Abril 2021. ISSN 1851-7811
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria

Libros

Javier Uriarte, The Desertmakers: Travel, War, and the State in Latin America. Routledge, Taylor et Francis Group, 2020, 306 páginas

Cita recomendada: Rudas Burgos, G. (2020). [Revisión del libro The Desertmakers: Travel, War, and the State in Latin America por J. Uriarte] . Orbis Tertius, 25 (32), e187. https://doi.org/10.24215/18517811e187


“Orden y progreso”. La frase, que se encuentra hoy en la bandera de Brasil, bien podría ser el lema que resume la ideología del proyecto modernizador dominante durante la consolidación de los estados latinoamericanos en el siglo XIX. Las naciones ya existentes estaban en un proceso de expansión por sus territorios, percibidos como desiertos que debían ser colonizados por un estado que los integrara al capitalismo y los lanzara a un futuro imaginado inspirado en los centros metropolitanos globales. Una de las figuras que surgió en medio de esta forma de pensar fue la del viajero. Fuese alguien que venía de los imperios decimonónicos a conocer las regiones aún por civilizar, o un representante de las ciudades que viajaba a las fronteras de la nación, el viajero se convirtió en uno de los interpretes privilegiados de este proceso de transformación.

The Desertmakers. Travel, War, and the State in Latin America, de Javier Uriarte, se ocupa de las narraciones de cuatro escritores viajeros: Cartas desde los campos de batalla del Paraguay de del célebre viajero británico Richard Burton; La tierra purpúrea, del escritor británico-argentino William Henrry Hudson; los textos sobre la Patagonia y la “Conquista del desierto”, de Francisco Moreno (conocido como “Perito Moreno”); y Los sertones, de Euclides da Cunha. Los textos tienen en común ser libros de viajes, pero también registros de las guerras que atravesaron estas regiones en la segunda mitad del siglo XIX. The Desertmakers hace una lectura atenta de las narraciones dando cuenta de la simbiosis entre las guerras como formas de ampliación de fronteras (internas e internacionales), la burocratización capitalista de los estados latinoamericanos, y el autoritarismo militarista de disfraz liberal e industrial.

Apelando a la noción de nomadismo de Deluze y Guatari, así como a las teorías de James Scott sobre la mirada estatal (que busca hacer legibles los territorios para dominarlos), Uriarte rastrea las relaciones entre estado, guerra, viaje y ruina. La guerra, en los autores que analiza Uriarte, es la productora de sistemas simbólicos y el mecanismo de imposición de una idea de espacio. Es tanto un configurador territorios como determinante de una mirada que se tiene sobre estos. Ahora bien, si inicialmente estos autores estaban alineados con las ideologías oficiales en el intento de conquista de los territorios, al narrar espacios en guerra, consciente o inconscientemente, ponen en duda la legitimidad de esta empresa y la estabilidad de la nociones mismas de estado, de su propio lugar como narradores y de su comprensión sobre los territorios.

En el primer capítulo, sobre las Cartas de Richard Burton, Uriarte se ocupa de las transformaciones y fisuras en la mirada que sobre Paraguay construye Burton. La Guerra de la Triple Alianza, el contexto subyacente y apenas registrado por el narrador, se justificaba en un proyecto civilizatorio de Brasil y Argentina. Al principio, la mirada de Burton sobre Paraguay es la de un funcionario imperial —muy cercana al orientalismo que Edward Said había identificado en sus otros escritos— identificada también con el estado brasilero. La guerra aparece como una forma de dominación, pero también como una herramienta de los estados para convertir un territorio en una entidad legible. La naturaleza de Paraguay, representada como fluida, viscosa y resistente a la legibilidad estatal, ancla el territorio al pasado y se presenta como un enemigo militar a derrotar. Uriarte observa que, para Burton, la guerra no solo es un evento histórico, sino también un fenómeno en el que se fusiona el espacio con percepciones de lo temporal: Argentina y Brasil entran al Paraguay como irrupciones del futuro. Éste se vuelve una suerte entidad espacial que penetra violentamente Paraguay, el cual se representa a su vez como un espacio hecho de pasado. No obstante, la mirada de Burton se hace cada vez más ambivalente: no solo porque también ve la guerra como un acto exterminador, sino porque evita representar las batallas. En el texto solo aparecen las marcas que dejan: las ruinas, único producto visible y perdurable de la guerra. Estas, sin embargo, son la opuesto a la idea de progreso que la justifica.

La idea de fluidez de los territorios, pero también de la narración misma, es fundamental en el segundo capítulo, sobre La tierra purpúrea, novela ambientada la guerra civil entre blancos y colorados en Uruguay. El protagonista de la novela, un alter ego de Huston, se aproxima a Uruguay desde la perspectiva de un viajero seguro de observar un territorio violento conservando su casa (el imperio británico). Sin embargo, Uriarte muestra cómo esto se desdibuja paulatinamente en la novela. El protagonista deja de identificarse con el imperio británico y con el estado argentino, y se une a un grupo rebelde. Esto afecta también su mirada sobre el territorio, cada vez más ilegible. Pero, aunque el personaje renuncia a su posición de viajero inglés, no se vuelve un uruguayo sino que entra en un juego constante de simulaciones que hacen que su identidad misma sea percibida como un disfraz constantemente cambiante, sin que haya una identidad nacional verdadera a la que volver.

De los escritores analizados en The Desertmakers, Francisco Moreno es el que más unívocamente está articulado con un proyecto militar y estatal. Las narraciones de sus viajes a la Patagonia, y su mirada sobre esta, fueron fundamentales para la legitimación de la “Conquista del desierto” (la campaña genocida que emprendió el estado argentino contra los pueblos originarios de la Patagonia). Moreno se encargó de crear la noción de que el territorio austral, que en realidad estaba ampliamente habitado, era un desierto que necesitaba ser conquistado para ser poblado. Uriarte señala que la representación de la Patagonia de Moreno está íntimamente interrelacionada con su rol en la expansión del Museo de La Plata. Su escritura es un correlato textual de su actividad de recolección de objetos para el museo. Los lugares que visitaba y sus habitantes eran percibidos como piezas para ser coleccionados y clasificados, insertados en la lógica arqueológica y naturalista del museo como si fueran desde siempre objetos del pasado: ruinas vivas. Esta mirada estatal es puesta en duda solo en los textos de su último viaje a la Patagonia, que ocurrió mucho después de la Conquista del desierto. Las tierras arrebatadas a los indígenas no se volvieron zonas pobladas y pujantes, sino grandes latifundios casi deshabitados, auténticos desiertos. Esto hizo que Moreno, decepcionado del estado, comenzara a percibir la conquista como una guerra fútil.

En el último capítulo del libro, dedicado a Los sertones, The Desertmakers se ocupa de las complejas nociones de espacio que estructuran el texto de Euclides da Cunha, cuya retórica narrativa crea una noción de movimiento, desde el sur de Brasil hasta el Nordeste y, una vez allí, al territorio al pueblo Canudos, epicentro del levantamiento popular que el estado brasilero reprimió brutalmente a finales del siglo XIX. A medida que se acerca a Canudos, la naturaleza pasa de ser una entidad fija a un ser móvil y monstruoso. En la lectura de Uriarte, para da Cunha toda la organización social del sertón se basa en una inversión de las lógicas temporales: la sociedad que produce el nordeste es un cadáver animado, una entidad que trae el pasado y lo vuelve indestructible, un espacio productor de ruinas vivas. Como ocurre con los otros textos que analiza Uriarte, la guerra desestabiliza la mirada de da Cunha. El estado, que debía enfrentar el caos del sertón, protagoniza una masacre y se revela como un agente de caos. Se destruye la claridad estatal con la que inicia el texto. Las ruinas y la sinuosidad se imponen y dejan al autor sin un hogar ideológico y sin una estabilidad desde la que observar el territorio.

Lo más valioso del trabajo de interpretación de Uriarte es la detenida atención en los intersticios y fisuras mínimas de los textos, así como el rastreo de las marcas retóricas y metáforas, que se resignifican constantemente mientras interactúan entre sí. Su lectura permite entender la compleja filigrana de tensiones y contradicciones que atraviesan los discursos de la época. Así, a medida que los viajeros describen su movimiento a través de los territorios en guerra, Uriarte revela cómo las narraciones fracturan su percepción de los estados y de la escritura misma. Los personajes se hacen nómadas mientras se manifiesta que las guerras contra los supuestos desiertos son en realidad las que dejan a su paso un desierto. Estado, desierto, guerra y territorio se vuelven nociones sinuosas que, según Uriarte, terminan afectando la idea del progreso de los autores, su mirada sobre los espacios y su propia identidad como viajeros narradores.

La minuciosa investigación y recopilación de fuentes, así como la reconstrucción de los discursos dominantes con los que interactúan los autores, hacen que The Desertmakers sea un valioso aporte a los estudios sobre las configuraciones simbólicas que hicieron posible la consolidación de los estados latinoamericanos. Su atención a las interacciones entre metáforas espaciales y los procesos político-territoriales le dan a este libro una actualidad que desborda su campo de estudio. En una época en que se han agudizado las confrontaciones entre estados cooptados por el capital global y movimientos sociales que desafían las ideas hegemónicas de progreso, es fundamental entender, como hace Uriarte, la complejidad de estas nociones en su momento de consolidación ideológica. Esto hace que The Desertmakers sea también sea un modelo para leer la narrativa del siglo XIX como un dispositivo que interpela nuestra mirada sobre el espacio presente.

Gabriel Rudas Burgos


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