Orbis Tertius, vol. XXI, nº 23, e005, junio 2016. ISSN 1851-7811.
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria

Artículo/Article

 

La idea de América en las cartas de Thomas Merton a escritores argentinos

 

por Marcela Raggio

(Universidad Nacional de Cuyo – CONICET, Argentina)
marcelaraggio@yahoo.com.ar


RESUMEN
Este artículo, que forma parte de una investigación sobre la poética de traducción y las ideas americanistas de Thomas Merton, explora estos temas a través del análisis de la correspondencia de Thomas Merton con sus cuatro corresponsales argentinos: Victoria Ocampo, Miguel Grinberg, Rafael Squirru y Alejandro Vignati. Si bien en las cartas intercambiadas con estos cuatro actores culturales argentinos los intereses particulares son variados, subyace en todas el ideal americanista que Merton manifiesta a lo largo de sus escritos y su percepción de la poesía sudamericana.

Palabras clave: Thomas Merton – Victoria Ocampo – Miguel Grinberg – Rafael Squirru – Alejandro Vignati


ABSTRACT
This article, which stems from a research project on Merton’s poetics of translation and his Americanist ideas, explores these topics through the analysis of his letters to four Argentine correspondents: Victoria Ocampo, Miguel Grinberg, Rafael Squirru and Alejandro Vignati. Even though the letters sent to each of these cultural actors differ in their particulars, Merton’s sense of Americanness, as manifest in his writings, underlies them all, as well as his favourable views on South American poetry.

Keywords: Thomas Merton – Victoria Ocampo – Miguel Grinberg – Rafael Squirru – Alejandro Vignati

CITA SUGERIDA
Raggio, M. (2016). La idea de América en las cartas de Thomas Merton a escritores argentinos. Orbis Tertius, 21(23), e005. Recuperado de http://www.orbistertius.unlp.edu.ar/article/view/OTv21n23a5


1. Introducción

Thomas Merton (1915-1968) nació en Francia, recibió su educación superior en los Estados Unidos, y luego de su conversión religiosa entró al monasterio benedictino de Nuestra Señora de Gethsemaní en Louisville, Kentucky (EEUU), donde pasó el resto de su vida, hasta su viaje de 1968 a Asia, donde murió accidentalmente.

A pesar de que durante casi veinte años estuvo recluido en Gethsemaní (KY)1, su relación con el mundo “exterior” fue creciendo exponencialmente, debido principalmente a su interés por el contexto de la Guerra Fría, las luchas civiles en los Estados Unidos, su involucramiento en el movimiento pacifista y sus lecturas y colaboraciones literarias principalmente con el ámbito hispanoamericano. Entre los documentos fundamentales para comprender las ideas de Merton sobre América se cuentan sus cartas a intelectuales, poetas y artistas latinoamericanos.2 Merton mantuvo correspondencia con seis nicaragüenses (Napolean Chow, José Coronel Urtecho, Alfonso Cortés, Pablo Antonio Cuadra, Ángel Martínez y Ernesto Cardenal), cuatro argentinos (Victoria Ocampo, Miguel Grinberg, Rafael Squirru y Alejandro Vignati); dos chilenos (Nicanor Parra y Hernán Lavín Cerda); un venezolano (Ludovico Silva), un brasileño (Alceu Amoroso Lima) y un cubano (Cintio Vitier). Numéricamente, los grupos nacionales más representados son los nicaragüenses y los argentinos. En el primer caso, se trata de un resultado directo de la amistad entre Ernesto Cardenal, de quien Merton fuera maestro de novicios entre 1957 y 1959. A través de Cardenal, Merton comenzó un activo intercambio epistolar, una sostenida lectura admirada y una cuidada tarea de traducción de los nicaragüenses que pertenecían al círculo de Cardenal. En el caso de los argentinos, la relación no es tan estrecha en lo personal (al único a quien conoció personalmente fue Grinberg, quien visitó Gethsemaní en marzo de 1964)3 No obstante, tanto en las cartas a Victoria Ocampo, un intercambio iniciado en 1958 y que se extendió hasta la muerte de Merton diez años después, como en las cartas a los otros tres argentinos, fechadas todas en la década de 1960, hay un interés por los proyectos de estos intelectuales del sur del continente, sobre todo porque en ellos Merton ve reflejado su propio pensamiento sobre América y la poesía. Este artículo realiza un recorte del epistolario para estudiar las ideas que Merton vierte en las cartas a los escritores argentinos sobre los dos puntos mencionados. En otro artículo he señalado que “Para Merton, Sudamérica es una noción que incluye los pueblos “al Sur del Ecuador”, tal como explica en su “Carta a Pablo A. Cuadra”, si bien en la misma Carta hace referencia a México, o a la conciencia de que “al Sur del Ecuador”, en Brasil se habla un idioma diferente al del resto de los países sudamericanos. De manera que, en el contexto de la obra y el pensamiento de Merton, sugerimos considerar la idea de “Sudamérica” como sinónimo de “Latinoamérica”, opuesta a la América sajona.” (Raggio 2015: s/p)

2. Ser americano: de Martí a Merton
2.1. La América nuestra

El pensamiento acerca de la identidad americana forma una de las líneas principales de la filosofía y el accionar de nuestro continente. Próceres y pensadores moldearon ya desde la práctica, ya con las palabras, ya con un ideario político o desde la reflexión filosófica lo que significa ser “americano.”4 Entre los textos clásicos de pensadores y escritores que, desde diversas posturas, encontradas o en diálogo, han enfocado el tema del ser (latino)americano, se cuentan Civilización y barbarie de Domingo F. Sarmiento, 1845); Nuestra América de José Martí, (1891); Ariel de José Enrique Rodó (1900); El laberinto de la soledad, de Octavio Paz (1950); La expresión americana, de José Lezama Lima (1957); 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, de Mariátegui (1959); o El pensamiento latinoamericano, de Leopoldo Zea (1965).

Para este trabajo tomamos como marco teórico sobre las ideas americanas el ensayo “Nuestra América”, de Martí; y la “Carta a Pablo A. Cuadra, acerca de los gigantes”, del propio Merton, ya que se advierte una continuidad del imaginario instaurado por Martí en el discurso americanista del siglo XX. El proceso de construcción de la identidad latinoamericana no puede desprenderse de las ideas de Martí, y si bien Merton no remite al texto de Martí, consideramos que su “Carta…” puede ser leída en el contexto de una fase del pensamiento latinoamericanista (el de las décadas de 1950 y 1960) en las que es imprescindible el componente martiano.

La propia conquista de la América del Norte y del Sur manifiesta diferencias tanto teóricas como de la puesta en práctica colonizadora.5 Una vez conformados los estados nacionales, a partir de los movimientos independentistas de principios del siglo XIX, desde la América del Sur se fueron gestando obras, idearios y movimientos comprometidos en la búsqueda de una identidad propia, ya fuera como imitación del “modelo” del Norte, u opuesto a aquel. Si Sarmiento planteaba la oposición entre la “civilización” idealizada en los Estados Unidos, y la “barbarie” de los pueblos sudamericanos, para Martí en cambio el contraste es entre “la falsa erudición y la naturaleza.” (Martí 2005 b: 33) Castro H. sostiene que con el ensayo de Martí comienzan a “conformarse las líneas de fuerza en torno a las cuales irán cristalizando los momentos fundamentales de nuestro pensamiento social y cultura contemporáneos.” (62) Para Castro H., dichas líneas son dos: una responde al pensamiento martiano de “de injertar en nuestras repúblicas el mundo, siempre que el tronco en que ese injerto se haga sea ‘el de nuestras repúblicas’”. (62) La segunda línea, que puede darse en oposición o en diálogo con la anterior, según Castro H., es la del “pensamiento revolucionario de orientación socialista” (62) que comienza en la década de 1920 con Mariátegui y llega hasta los años ’60 con Ernesto Guevara y la Revolución Cubana.

En este contexto, las ideas de Merton pueden conectarse con una fase del discurso latinoamericanista que halla sus raíces y reivindica el pensamiento de Martí a la luz de los acontecimientos de las décadas de 1950 y 1960. La particularidad del nombre y de la obra de Martí durante el período en cuestión consiste en la capacidad que señala Ángel Esteban de “conseguir la mayor unidad posible entre los más diversos grupos sociales […]” (2006: 115). Y allí donde Ette ve una identificación (al menos en el ámbito cubano) entre Fidel y Martí (Ette 1995: 175), Esteban extiende la conexión entre el escritor y el líder revolucionario para incluir a toda Latinoamérica:

Esta fase culmina con la identificación de los dos líderes en un problema básico: el antiimperialismo latinoamericano, que significaba no sólo una política de la Isla frente a los Estados Unidos, sino un intento de integración de las políticas de todos los países latinoamericanos, de raíz martiana, hacia un antiimperialismo común, de base hispánica y con un sesgo claramente de izquierdas. (116)

El antiimperialismo reinante en las décadas de 1950 y 1960 halla así en Martí un ideario que puede ajustar a sus propias necesidades.6 No obstante, cabe recordar que si bien la hermenéutica del ensayo de Martí observa claramente la diferencia entre “nuestra” América y la otra, la del Norte, Martí concluye abogando por un entendimiento de los pueblos, basado en el respeto y la comprensión que surgen del conocimiento. Es en este punto donde establecemos la conexión entre las ideas de Martí y las que sostiene Merton. Es decir, por un lado Martí es resignificado por el pensamiento y la acción revolucionaria y antiimperialista de mediados del siglo XX, y el contexto de esa relectura es cercano a Merton, quien traba comunicación con escritores e intelectuales de Latinoamérica. Pero lo que se ve en Merton es una idea similar a la que expresa Martí acerca del diálogo en la diferencia. En “Madre América”, donde la nostalgia por el país lejano y el dolor del destierro tiñen la expresión del autor, la nación que le da cobijo es descripta con rasgos negativos:

En vano, –faltos del roce y estímulo diario de nuestras luchas y de nuestras posiciones, que nos llegan ¡a mucha distancia! del suelo donde no crecen nuestros hijos–, nos convida este país con su magnificencia, y la vida con sus tentaciones, y con sus cobardías el corazón, a la tibieza y al olvido. ¡Donde no se olvida, y donde no hay muerte, llevamos a nuestra América, como luz y como hostia; y ni el interés corruptor, ni ciertas modas nuevas de fanatismo, podrán arrancárnosla de allí! (Martí 2005 a: 30)

La comodidad de la riqueza y la cobardía de las tentaciones son contrarrestadas por el recuerdo de “nuestra” América, que solo podrá salvarse si en ella se salvan sus indios: “¡Estos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más; estos desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de más a menos!” (Martí 2005 b: 32) Es en la asunción de su sangre indígena donde hallará América (la “nuestra”) el crecimiento, el ir “de menos a más”. De otro modo, solo serán imitaciones vanas los procesos por los cuales “nuestra” América busca el camino de la libertad y el buen gobierno:

Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a bautizar sus hijos. […] Éramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha en la cabeza. El genio hubiera estado en hermanar, con la caridad del corazón y con el atrevimiento de los fundadores, la vincha y la toga; en desestancar al indio; en ir haciendo lado al negro suficiente; en ajustar la libertad al cuerpo de los que se alzaron y vencieron por ella. (Martí 2005 b: 36)

De esta contraposición entre lo indio-americano y lo copiado y /o heredado tanto de Europa como de los Estados Unidos; la reflexión de Martí pasa a la necesidad de que los pueblos se conozcan (fundamental y específicamente, que América del Norte conozca a sus vecinos del Sur):

El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por ignorancia llegaría, tal vez, a poner en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos. (Martí 2005 b: 38)

Estas palabras resultan fundamentales para nuestro análisis de la idea mertoniana sobre América en dos líneas: por un lado, la idea que plantea Martí, a futuro, es que si los Estados Unidos no conocen a “nuestra”7 América, habrá codicia, desdén, robo y malentendidos. Pero por otro lado, propone una visión de esperanza basada en el respeto. Así, la división martiana entre América del Norte y del Sur no se construye sobre una brecha inexpugnable sino que, por el contrario, sugiere la posibilidad del entendimiento, en la conmovida conclusión de “Nuestra América”:

Ni ha de suponerse, por antipatía de aldea, una maldad ingénita y fatal al pueblo rubio del continente, porque no habla nuestro idioma, ni ve la casa como nosotros la vemos, ni se nos parece en sus lacras políticas, que son diferentes de las nuestras; ni tiene en mucho a los hombres biliosos y trigueños, ni mira caritativo, desde su eminencia aún mal segura, a los que, con menos favor de la Historia, suben a tramos heroicos la vía de las repúblicas; ni se han de esconder los datos patentes del problema que puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio oportuno y la unión tácita y urgente del alma continental. ¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva! (39)

La diferencia de los Estados Unidos respecto de la raza, la lengua, el anclaje a la casa, propio de Latinoamérica, e incluso en los males políticos y las relaciones interraciales la hacen otra, sí; pero esto no implica que Martí exprese la “antipatía de aldea” que critica. Por el contrario, el cierre de “Nuestra América” es una propuesta activa para “el estudio oportuno y la unión tácita y urgente del alma continental.” Poco podrá lograrse si las dos Américas continúan separadas, sostiene Martí a fines del siglo XIX; si las dos Américas no dialogan, no para imitarse, sino para conocerse mejor.

Estas nociones son similares a las expresadas por Merton, quien comprende la lucha antiimperialista de sus amigos y corresponsales latinoamericanos, pero al mismo tiempo propone un diálogo que permita el entendimiento intercultural.

2.2. La América de Merton, la nuestra

El primer contacto de Merton con Latinoamérica se da en la carta que envía a Victoria Ocampo en 1958. Entre esa fecha y los años ’60, cuando completa el resto de la correspondencia a los escritores argentinos y a otros latinoamericanos, se puede advertir la conformación de un imaginario sobre América que responde tanto al momento histórico como a la evolución de la interioridad mertoniana. El trayecto del pensamiento americanista de Merton comienza, como señala Meade (2013: 170-171) en la experiencia que tuvo Merton en la esquina de las calles 4º y Walnut en Louisville8. A partir de ese momento comienza a interesarse por el mundo fuera del monasterio (y fuera de los Estados Unidos), como se revela en el aumento de su correspondencia internacional. Un segundo momento puede distinguirse en su amistad con Ernesto Cardenal. La llegada del nicaragüense al monasterio de Gethsemaní en 1957, y su partida dos años más tarde con el intercambio epistolar subsiguiente9, ponen a Merton en contacto directo con un latinoamericano involucrado en los procesos culturales, políticos y sociales de su país. La Revolución Cubana, el movimiento sandinista en Nicaragua, y la paralela tecnologización de los países industrializados, junto con el movimiento pacifista y por los derechos civiles en los Estados Unidos, marcan un tercer momento en el que Merton se involucra en su entorno histórico activamente (mediante la escritura) con una particular comprensión de lo revolucionario. Tal como señala Poks refiriéndose a una carta de Merton a Grinberg, hay “a revolutionary challenge"10 (2007: 66), que implica la acción poético-política que lleva al diálogo y la afirmación de la identidad de los pueblos.

En la idea de Merton sobre América puede distinguirse un pasaje, desde una noción americanista total, que va dejando lugar progresivamente a la distinción de las dos Américas y la necesidad de entendimiento entre ambas (particularmente, de entendimiento por parte de Norteamérica hacia Latinoamérica). Si bien este cambio se puede registrar a lo largo de diversas obras11, lo cual sería tema para otro trabajo, ya que en estas páginas enfocamos la correspondencia de Merton a escritores argentinos, haremos hincapié en una fuente, su “Carta a Pablo A. Cuadra, acerca de los gigantes”, donde queda plasmada la conclusión de ese recorrido ideológico.12 La “Carta” está dirigida al poeta nicaragüense que Merton admiraba; y es en otra misiva con fecha 16 de septiembre de 1961, efectivamente enviada a Cuadra, donde Merton explica: “What I had to say took the form of a letter because I felt I could say it better if I knew the person I was addressing.Hence in speaking to you first of all I have said what I thought needed to be said to everyone else, especially in Latin America. The piece is really an article […]13 (Merton 1993: 188-189) Merton sugiere a Cuadra que el artículo puede ser publicado en su revista El Pez y la Serpiente (además, fue publicado también en Sur en el número 275, marzo/abril de 1962; y formó parte del volumen de poesía Emblems of a Season of Fury (Merton 1961), el libro “colectivo” donde Merton incluye sus traducciones de poetas latinoamericanos y otros). Merton aclara que el artículo es acerca de los dos polos que se enfrentaban en la Guerra Fría, que él percibía estaba llegando a un estadío final cuya probable culminación era una guerra nuclear. Frente a esta situación, Merton se siente compelido a escribir “a statement of where I stand, morally, as a Christian writer. This statement has been made in the letter […]”14 (1993: 189) A lo largo de la “Carta” describe el modo en que los dos gigantes (Gog y Magog, asimilados a los Estados Unidos y la Unión Soviética) terminarán por destruirse mutuamente. Pero frente al “complejo europeo-ruso-norteamericano que llamamos ‘Occidente’” (Merton y Ocampo 2011: 176), Merton distingue a las razas al Sur de Ecuador, principalmente en Sudamérica15, como poseedoras de una “visión totalmente diferente de la vida, una visión espiritual no abstracta sino concreta, no pragmática sino hierática, intuitiva y afectiva más que racionalista y agresiva.” (176) A estas razas atribuye la regeneración de la Tierra, una vez que Gog y Magog se hayan eliminado uno al otro. En la misma “Carta”, Merton contrasta a los norteamericanos con los latinoamericanos en términos aun más antitéticos:

¡Si los norteamericanos hubiesen comprendido, desde hace ciento cincuenta años, que existían realmente los latinoamericanos! Que eran personas verdaderas. Que hablaban una lengua diferente. Que tenían una cultura. Que tenían más que algo para vender. El dinero ha corrompido enteramente una hermandad que debería haber unido a todos los pueblos de América. Ha destruido el sentido de parentesco, la comunidad espiritual que había ya empezado a florecer en tiempos de Bolívar. Pero no. La mayoría de los norteamericanos todavía no saben, ni les importa, que los brasileños hablan una lengua que no es el español, que no todos los latinoamericanos viven para dormir la siesta, que no todos pasan día y noche tocando la guitarra y haciendo el amor. Tal vez nunca despierten a la realidad de que Latinoamérica es, en términos generales, culturalmente superior a los Estados Unidos, no sólo en el plano de la minoría rica que ha absorbido más del refinamiento europeo, sino también en el plano de las culturas indígenas desesperadamente pobres, algunas de ellas enraizadas en un pasado todavía no superado en este continente.

De modo que el turista bebe tequila, y no le agrada, y espera la fiesta que le han dicho que espere. ¿Cómo va a comprender que el indio que baja caminando por la calle con media casa a cuestas y los pantalones agujereados es Cristo? Lo único que piensa el turista es que es raro que tantos indios se llamen Jesús. (183-184)

Esta cita está reproducida en toda su extensión ya que pone de manifiesto la visión de Latinoamérica desde la perspectiva de un norteamericano, bien que sui generis. El escritor subraya la incomprensión, la falta de empatía del “turista” (resulta interesante que hable de los turistas norteamericanos, de sus ansias de fiesta y tequila, y de los estereotipos que tienen sobre los latinoamericanos, mucho antes de que América Latina se convirtiera en un destino turístico por excelencia para los estadounidenses). Hay en Merton una comprensión tanto del turista como del indio, como las dos figuras opuestas de su presentación del mundo. Por otro lado, si se retoma la idea que expresa unos párrafos antes, acerca de los sudamericanos como “las razas” que heredarán el mundo, esas razas están representadas por tantos indios que se llaman Jesús; de modo que queda clara la perspectiva religiosa-ideológica de Merton. Frente al turismo, que se queda en la superficie, el autor pregona la comprensión, el conocimiento mutuo, el interés por el Otro. La “Carta” evidencia el interés de Merton por Latinoamérica. Allí Merton veía “un mundo de promesas futuras”, como señala Daydí-Tolson (Merton y Cardenal 2003:16)

Leída así, la “Carta a Pablo A. Cuadra” puede interpretarse como una respuesta a lo que planteaba Martí en “Nuestra América.” Donde Martí preveía la incomprensión por falta de conocimiento e interés; desdén y codicia; Merton escribe tras los hechos consumados: si los norteamericanos hubiesen comprendido la riqueza espiritual y cultural de Latinoamérica, el dinero no habría destruido los lazos de hermandad americana que, tal como sostenía Martí, se elevaban hacia la América toda. Lo que Merton sugiere en esta “Carta” no es un panamericanismo generalizador16, sino un diálogo entre pueblos cuyas lenguas, cultura e historia son diferentes, igualmente respetables que las del interlocutor del Norte. Y si bien Merton escribe desde la “otra” América, a lo largo de sus cartas y otros escritos, demuestra su intención por formar parte de “nuestra” América, tal como se verá a continuación.

3. América y la poesía latinoamericana en las cartas de Merton a escritores argentinos
3.1. Cuatro corresponsales diferentes

De los cuatro escritores argentinos con quienes se escribió, el corpus de mayor volumen es el de las diecisiete cartas a Victoria Ocampo17; seguido por once a Miguel Grinberg, dos a Alejandro Vignati y una a Rafael Squirru.18 Hay en los corpus específicos intereses particulares, que afectan en primer término el idioma en que escribe. En el caso de V. Ocampo, Merton redacta la primera carta que le envía en inglés, y a partir de la segunda, todas están escritas en francés. A los otros 3 corresponsales, en cambio, les escribe en inglés (aun si sabe, ya en la segunda carta, que Vignati no comprende ese idioma). Otras diferencias específicas tienen que ver con las temáticas tratadas: en las cartas a Ocampo hay comentarios acerca de Sur, de material que Merton envía para la revista, de literatura europea, de las situaciones familiares que Ocampo le comentaba en sus cartas (por ejemplo, la muerte de personas de su entorno más cercano), consideraciones de tipo religioso, político, y cultural. En la correspondencia con Grinberg, el estilo es más fresco, hasta revolucionario podría decirse; las referencias a los emprendimientos culturales y humanistas del joven argentino, e incluso la utilización de algunos términos lunfardos, dan cuenta del conocimiento que Merton poseía del activismo contracultural de los años ’60 en Argentina.19 En las dos a Vignati hay referencias a Brasil y Perú, su cultura, su historia y su literatura, ya que Vignati se encontraba viajando (y, como en tantos otros casos, Merton lo hace en forma vicaria, a través de sus corresponsales). Finalmente, en la única carta a Squirru, Merton reflexiona acerca del “hombre nuevo”, a partir de la lectura del texto del argentino. Pero frente a estas diferencias particulares, debidas a los intereses que compartía con unos u otros de sus amigos epistolares, a la edad, al grado de confianza con cada uno de ellos, etc., en lo que escribe a los cuatro hay dos temas comunes: la idea de América y la valoración del arte y la poesía de Latinoamérica.

3.2. Dos intereses comunes

Si se leen las cartas cronológicamente, puede advertirse una suerte de “evolución” del americanismo de Merton, quien pasa de una consideración totalizante a una de comprensión de las diferencias entre las dos Américas y la preferencia por la del Sur, como se vio en la “Carta a Pablo A. Cuadra.”

En 1958 el monje trapense recibió unos ejemplares de Sur, que le dieron la oportunidad de entablar una fluida relación epistolar con Ocampo, la fundadora y directora de la revista argentina. En la primera carta que le envía, fechada el 21 de julio de 1958, Merton sostiene:

Me parece de la mayor importancia que los intelectuales de estos dos continentes20 sientan cada vez más nuestra solidaridad en una sola América […] No necesito enfatizarle estos pensamientos acerca de nuestra unidad americana, porque Ud. misma, de algún modo, es una de las encarnaciones de esa realidad.” (Merton y Ocampo: 67)

Las palabras de Merton demuestran hasta qué punto conoce, en el momento de escribirle por primera vez, el espíritu que alienta a Victoria y a Sur. Afirma, al mismo tiempo, que ha sido “acusado frecuentemente de ser más un poeta Latino que (Norte)americano.” (67) Esa “acusación” reaparece en cartas a otros muchos poetas de Latinoamérica convertida en preferencia o elección del propio Merton, como se verá más adelante. Incluso en esta carta “temprana”, Merton advierte ya una diferencia entre las dos Américas, a pesar de que aboga por la unidad continental, en sintonía con el proyecto de la revista de Ocampo.

Esta idea es retomada en el texto escrito por Merton para el volumen de Homenaje a Victoria Ocampo. María Renée Cura le dirige dos cartas a Merton, en la primera de las cuales le comunica que “se ha constituido la Comisión de Homenaje a Victoria Ocampo, la cual tiene por objeto hacer patente la gratitud suscitada por la tarea excepcional que la Directora de Sur ha desarrollado a lo largo de toda su vida, en pro de la cultura y los derechos humanos.” (Merton y Ocampo: 189) Cura le solicita a Merton una contribución para el libro de homenaje al que “prestan su aporte las más destacadas figuras de la cultura contemporánea.” (190) La contribución de Merton, que fue incluida en el libro Testimonios sobre Victoria Ocampo, es una clara muestra de su admiración, a la vez que del lugar ocupado por Ocampo en el mapa cultural de la época:

Me pregunto si hay alguien en el mundo de la cultura occidental que ignore a Victoria Ocampo y que de una manera u otra no haya caído en la esfera de su resplandor. […]Para mí simboliza América en el ancho y hemisférico sentido, el único en el cual me siento orgulloso de contarme entre los americanos (198-200).21

La reflexión resulta valiosa porque contrasta, por un lado, la acepción que el término “American” tiene en inglés (el estadounidense únicamente) y por otro, el “único sentido” relevante para Merton, que es el que la palabra adquiere en español (referido a la América toda, al continente, Norte y Sur). No siente orgullo por ser (norte)americano sino, en todo caso, por ser americano en sentido amplio, es decir, incluyendo a Sudamérica.

En la carta que le envía a Rafael Squirru, con fecha 12 de julio de 1964, Merton sostiene: “Meanwhile the great task for the Catholic and for the humanist and indeed the honest man in this hemisphere is to work for a mutual understanding and spiritual communication between the North and the South.”22 (1993: 233) Merton resalta la idea hemisférica de América, distingue una vez más entre el Norte y el Sur pero, en esta ocasión, hay un plus de significación, ya que propone ahora que el entendimiento debe ser mutuo. En el contexto de la carta a Squirru, parte del trabajo para lograr dicho entendimiento es el que deben llevar a cabo los intelectuales y escritores, entre quienes se cuentan el propio Squirru (ya que la carta surge en respuesta al envío que ha recibido Merton del libro sobre el Hombre Nuevo): “Fortunately books like yours [The Challenge of the New Man: 1964] and articles like some of those in Americas are there to give one hope. And Miguel Grinberg with his fantastic movement. And the voices of the Latin American poets and artists.23 (Merrton 1993: 233) En este punto surge una de las ideas novedosas de Merton: la poesía es uno de los modos en que pueden entenderse los pueblos.24 Y en un mundo que percibe está cayendo a pedazos, tal como sostiene en la “Carta acerca de los gigantes”, la poesía y el arte son las vías de reflexión y diálogo. Así lo expresa en una de sus cartas a Miguel Grinberg, fechada el 11 de mayo de 1964, refiriéndose a Eco Contemporáneo, la revista fundada y dirigida por Grinberg en la década de 1960:

There has to be more poetry. For exploración. The exploration by poetry is the kind most needed now. Drama too, art, music, dancing, seminars, silence. Someone has got to listen to the immense silence of South America, which is full of living vegetables and plants […]25 (1993: 199)

La poesía es el camino del conocimiento; especialmente la que surge de América latina. Incluso, a medida que pasa el tiempo, su interés por Latinoamérica y el papel que veía para ella en el futuro (tal como expresa en la “Carta a Pablo A. Cuadra”), va modificando la percepción de su propio lugar26 en el mundo, sobre todo en relación con la poesía: “It would be my fondest ambition to become a Guarani poet27 (199), le dice a Vignati en 1965.

En la mayoría de las cartas enviadas a corresponsales hispanoamericanos, Merton pone de manifiesto el sentimiento de cercanía con la poesía de Latinoamérica. Ya sea en la admiración que lo impulsa a traducir (incluso en aquellos casos que no se llegarían a concretar o que lamenta no poder hacerlo por falta de tiempo), ya en la hermandad explícita y sentido de pertenencia latinoamericana, Merton muestra preferencia por los poetas del Sur frente a los del Norte.28 Como dijimos antes, en la primera carta a Victoria Ocampo menciona la acusación (es decir, algo que se le asigna desde fuera) de ser un poeta Latino, y no (Norte)americano. Años más tarde, en cartas a otros escritores, asume que es un poeta sudamericano.29 Es que en la función de diálogo y entendimiento que Merton asigna a la poesía (cf. supra), es la poesía latinoamericana la que mejor pone en palabras sus propios pensamientos. Así, en la primera carta a Alejandro Vignati, el 1 de noviembre de 1964, afirma:

The voices that come up to me from the South, from beyond the Caribbean and the equator, move me very much. They are strong, sometimes angry, full of clear intuitions, free from the involvement, the self-frustration of some of the voices here, so many of the voices here.30 (1993: 234)

La contraposición Norte-Sur no se restringe a las consideraciones culturales generales que se advertían en otros textos, sino que hay Merton atribuye diferencias específicas a las poesías respectivas. Es ese carácter de fuerza, furia e intuición lo que lo hace sentirse un poeta sudamericano. Por otro lado, la diferencia entre Norte y Sur tiene una explicación más, en la historia a partir de la conquista europea. En su segunda carta a Vignati, del 23 de julio de 1965, Merton reflexiona:

The history of the conquest [of South America] was tragic, but not as tragic as that of this continente here in the North, where almost all of the Indians were exterminated. Some remain, in silence, as an accusation, and each year the white people try to steal another piece of the reservation that remains theirs.31 (1993: 234)

Pueden ir, entonces, armándose las piezas del pensamiento mertoniano acerca de Latinoamérica. Las culturas precolombinas eran tanto o más desarrolladas que las europeas al momento del arribo de los ingleses y españoles respectivamente. En el Norte, la historia de expansión y supremacía blanca llevó al exterminio de los indios; mientras que en el Sur, pese a la historia trágica de la conquista, los pueblos originarios y sus culturas han pervivido incluso en el mestizaje. De ahí que Merton abogue en la “Carta a Pablo A. Cuadra” por un interés de los pueblos del Norte hacia los del Sur, ya que “Latinoamérica es, en términos generales, culturalmente superior a los Estados Unidos” (Merton y Ocampo: 184) Una de las manifestaciones de superioridad es la que Merton advierte en la poesía.32 En una carta a Margaret Randall Merton sostiene: “I am personally conviced that the best American poetry is written in Latin America.33 (1993: 215)

Para esa Latinoamérica que conoce vicariamente, a través de los novicios, de sus amigos poetas y artistas, Merton ve un futuro incierto, y se lo hace saber a Grinberg el 11 de marzo de 1966: “I do not expect anything but trouble all over South America, it is inevitable, and it will be very tragic for everyone.”34 (Merton 1993: 203) El contexto en el que escribe Merton esta carta es el de la segunda mitad de los años ’60. Los movimientos culturales, políticos y sociales de los países latinoamericanos lo hacen prever, en un fuerte sentido visionario, el desenlace de las dictaduras de signo militar o civil, según el caso, en Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Brasil, y la continuidad en República Dominicana y Nicaragua. En la “profecía” de Merton se actualiza la lucha de los dos gigantes, las dos ideologías que se enfrentaron en la Guerra Fría que describía en la “Carta a Pablo Antonio…”, y la posición de los estados Unidos frente a Latinoamérica en ese enfrentamiento. Las circunstancias son propias de la década de 1960, y tienen que ver con un imperialismo ideológico-político. Pero las palabras de Merton resuenan con ecos de las que escribía Martí en 1889 desde el destierro:35

Enseñemos el alma como es a estos mensajeros ilustres que han venido de nuestros pueblos, […] Y así, cuando cada uno de ellos vuelva a las playas que acaso nunca volvamos a ver, podrá decir, contento de nuestro decoro, a la que es nuestra dueña, nuestra esperanza y nuestra guía: “¡Madre América, allí encontramos hermanos! ¡Madre América, allí tienes hijos!” (Martí 2005 a: 30)

La circunstancia del Martí pensador y combatiente es otra: el entorno de la lucha independentista, la oposición a los déspotas y la clarividencia temprana del rol de los estados Unidos como imperio en ciernes marcan su hora. En ese contexto, a los recién llegados, emisarios de “nuestra” América, Martí quiere abrir el alma para que lleven de regreso el mensaje de que hay hijos americanos en el suelo del Norte, desde donde añora el Sur al cual es probable que no vuelva justamente por las épocas oscuras que atraviesa.

En los tiempos difíciles que se aproximan, casi setenta años luego de Martí, Merton reconoce una vez más que la salvación vendrá de la mano de los monjes “secretos”, que no pertenecen a ninguna institución: en el fondo, se puede comprender la ecuación del profeta, del monje, con el poeta, como en tiempos antiguos: “Keep on doing the good you can, and do not do anything silly. Being a secret priest is the best. Be priest and monk and dervish. The secret kind is better […]”36 (Merton 1993: 203)

4. Reflexiones finales

The only hope is in the Third World37, dice Merton en una carta al escritor venezolano Ludovico Silva. (1993: 232) Su optimismo tiene que ver tanto con la poesía como con el futuro de la humanidad. Y en su pensamiento parecen subsumirse todas las paradojas de la vida del místico estadounidense: habiendo optado por la vida de clausura, fue gradualmente abriéndose al mundo que lo rodeaba para participar activamente, por medio de la palabra, en los movimientos pacifistas, la lucha por los derechos civiles y el enfrentamiento a las ideologías dominantes en la segunda mitad del siglo XX. Desde el margen que implica la vida silenciosa, austera, en un monasterio del Medio-oeste norteamericano, Merton se une a otro margen, el latinoamericano, para señalar que allí se encuentra la esperanza de la humanidad y de la poesía. Como caras idénticas de su interés por el ser humano, Merton se dirige a sus corresponsales hispanohablantes demostrándoles que “nuestra” América es también la suya. El viaje ansiado y nunca realizado a América Latina, que tantas veces menciona en cartas a diferentes escritores, en diarios personales y otros escritos, se logra mediante la literatura: es en los textos poéticos de la América del Sur donde Merton encuentra voces con las que dialogar en un nivel de entendimiento, comprensión e igualdad, proponiendo la literatura como modo de superar la ignorancia y la codicia del “vecino formidable” de quien hablaba Martí.

NOTAS

1 Justamente esta denominación con anclaje geográfico da nombre a un poemario de Ernesto Cardenal, quien fue novicio de Merton en la década de 1950.

2 Las cartas de Merton a escritores han sido publicadas bajo el título The Courage for Truth. Letters to Writers (1993)

3 La estancia de Grinberg en Gethsemaní está narrada en Memoria de los ritos paralelos (2014)

4 Entre la amplia bibliografía sobre el pensamiento americano, son iluminadoras las siguientes obras: Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano de Arturo Roig (1º ed. 1981); Otros Discursos. Estudios de Historia de las Ideas Latinoamericanas, de Adriana Arpini (2003); Historia de las ideas latinoamericanas ¿Disciplina fenecida? de Horacio Cerutti Guldberg (2003); Historia mínima de las ideas políticas en América Latina de Patricia Funes (2014),

5 La tesis de Edmundo O’Gorman en La invención de América (1984) parte de esas diferencias ya desde la “fundación” europea de las dos Américas.

6 Ángel Hidalgo (2011) sostiene en su tesis que el pensamiento de Martí fue tergiversado para sustentar ideológicamente la Revolución Cubana.

7 A lo largo de estas páginas usamos el posesivo entrecomillado, por ser cita de Martí, a la vez que señala específicamente el ámbito desde el que leemos el ensayo y realizamos nuestra hermenéutica.

8 Se trató de una experiencia mística en la que Merton comprendió que la espiritualidad no estaba relegada a la vida monástica, sino que él mismo debía involucrarse, desde su lugar, en los movimientos sociales y culturales de su época.

9 La totalidad de las cartas intercambiadas entre Merton y Cardenal conforman el volumen Thomas Merton – Ernesto Cardenal. Correspondencia (1959-1968), editado por Daydí-Tolson (2003)

10 “un desafío revolucionario”

11 Entre esas obras pueden mencionarse sus estudios de poetas latinoamericanos, incluidos en Emblems of a Season of Fury (1961) y luego compilados en The Literary Essays (1981), y los diarios personales de Merton.

12 Las ideas de Merton sobre América están volcadas principalmente en sus cartas a escritores (The Courage for Truth); aunque también es posible encontrarlas, en forma más o menos explícita, en sus Literary Essays (1981) y en las introducciones a los poetas latinoamericanos que traduce en Emblems of a Season of Fury (1961)

13 “Lo que debía decir tomó la forma de una carta porque sentí que podía decirlo mejor si conocía a la persona a quien me dirigía. De ahí que al hablarle a Ud. en primer lugar he dicho lo que pensé había que decir a todos los demás, especialmente en Latinoamérica. El texto es en realidad un artículo […]” Todas las traducciones son nuestras, excepto las de las cartas de Merton a Ocampo y las de la “Carta a Pablo A. Cuadra, acerca de los Gigantes”, que han sido tomadas de Merton- Cardenal (2011).

14 “(…) una declaración de dónde estoy parado, moralmente, como escritor cristiano. Esta declaración la he hecho en la carta […]”

15 Menciona también África y Asia, pero sostiene que es especialmente en Sudamérica donde se halla la esperanza para el futuro.

16 Esa idea de la América hemisférica sí puede advertirse en otros textos (por ejemplo, el alguna carta a Victoria Ocampo, según se señalará más adelante; o en el texto que escribió para el Volumen de homenaje a la misma Ocampo).

17 Por primera vez se ha publicado la totalidad de las cartas que se conservan de Merton a V. Ocampo, y de Ocampo a Merton en el volumen aparecido en 2011 con el título Fragmentos de un regalo.

18 Para las cartas a Grinberg, Vignati y Squirru, seguimos The Courage for Truth. Letters to Writers (New York: 1993)

19 En varias de las cartas a Grinberg menciona las revistas que este dirigía, los libros que se estaban publicando, algunos artistas de la época como el artista visual Edgardo Miguel Giménez (ligado al Instituto Di Tella) y la escritora Celia Paschero.

20 Se refiere a América del Norte y América del Sur.

21 Se cita de la traducción que aparece en Fragmentos de un regalo, atribuida posiblemente a Enrique Pezzoni, y que además de ser publicada en el libro de homenaje, apareciera en el nº 346 de Sur.

22 “Mientras tanto la gran tarea de los católicos y del resto de los humanistas y, en verdad, de cualquier hombre honesto en este hemisferio consiste en trabajar en pro del mutuo entendimiento y de la comunicación espiritual entre el Norte y el Sur.”

23 “Afortunadamente, libros como el suyo y artículos como algunos de los que aparecen en Americas están ahí para dar esperanza. Y Miguel Grinberg con su movimiento fantástico. Y las voces de los poetas y artistas latinoamericanos.”

24 Esta idea es llevada a la práctica en la labor de traducción que emprende Merton. Y que encuentra su muestra más concreta en el volumen Emblems of a Season of Fury (New Directions: 1961)

25 “Tiene que haber más poesía. Para la exploración. La exploración a través de la poesía es la que más se necesita en estos días. El teatro también, arte, música, danza, seminarios, silencio. Alguien tiene que escuchar el inmenso silencio de Sudamérica, que está lleno de plantas y vegetales vivientes […]”

26 Se puede realizar un seguimiento de esta idea en sus cartas a Pablo A. Cuadra, José Coronel Urtecho, Ludovico Silva y otros. Aquí nos concentramos exclusivamente en sus cartas a escritores argentinos.

27 “Sería mi ambición más preciada convertirme en un poeta guaraní.”

28 En una carta a Pablo A. Cuadra, con fecha 22 de agosto de 1959, le dice: “I wish I had time to read more poetry, and perhaps this fall I will make time to read and translate more Latin American verse.” (Merton 1993: 186) (“Desearía tener tiempo para leer más poesía, y tal vez este otoño me haga el tiempo para leer y traducir más versos latinoamericanos”)

29 Como ejemplos, pueden mencionarse entre otros la carta a Cintio Vitier el 7 de diciembre de 1962, a Margaret Randall el 15 de enero de 1963, a Hernán Lavín Cerda del 6 de octubre de 1965, etc. (cf. Merton 1993)

30 “Las voces que me llegan del Sur, de más allá del caribe y el ecuador, me mueven mucho. Son fuertes, a veces airadas, llenas de intuiciones claras, libres del involucramiento, la auto-frustración de algunas voces de aquí, de tantas de las voces de aquí.”

31 “La historia de la conquista [de Sudamérica] fue trágica, pero no tanto como la de este continente aquí en el Norte, donde la mayoría de los indios fueron exterminados. Algunos sobreviven, en silencio, como una acusación, y cada año los blancos intentan robarles más tierra de las reservaciones que les pertenecen todavía”

32 Otra muestra es que considera que la renovación monástica debe venir de Latinoamérica, como lo expresa en numerosas cartas a Ernesto Cardenal (cf. Merton y Cardenal: 2003)

33 “Estoy personalmente convencido de que la mejor poesía americana es la que se escribe en Latinoamérica.”

34 “No espero más que problemas en toda Sudamérica, es inevitable y será trágico para todos.”

35 Una línea interesante de análisis sería contrastar la nostalgia de Merton por Latinoamérica, donde nunca estuvo, con la nostalgia de Martí, experimentada desde el destierro efectivo de su país natal.

36 “Sigue haciendo el bien que puedas, y no hagas tonterías. Ser un sacerdote secreto es lo mejor. Sé sacerdote y monje y derviche. Los de la clase secreta son los mejores.”

37 “La única esperanza está en el Tercer Mundo.”

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