Orbis Tertius, vol. XX, nº21, 2015. ISSN 1851-7811.
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria
http://www.orbistertius.unlp.edu.ar/

Dossier
Comunidades y relatos del libro en América Latina

Itinerarios de una identidad voluble: el debate sobre la edición “independiente” en Francia y Brasil

por José de Souza Muniz Júnior
(Universidade de São Paulo / FAPESP, Brasil)

RESUMEN
Este artículo analiza el desarrollo del debate sobre las editoriales “independientes”, caracterizando algunos agentes e instituciones que, a partir de la década de 1990, trabajan individual o colectivamente para instaurar nuevas discursividades sobre el tema. El análisis se centra en los casos de Francia, país que se convierte en punto nodal y articulador global de este debate, y Brasil, donde este debate asume rasgos específicos.

Palabras clave: editoriales – independencia – Francia – Brasil – discursividades

ABSTRACT
This article analyzes the evolution of the debate on “independent” publishers, taking place since the 1990s, by characterizing some of the agents and institutions working individually or collectively towards the introduction of new discursivities on the topic. The analysis focuses on France, a country that has served as the locus and global catalyst of this debate, and Brazil, where the debate has taken on some distinctive characteristics.

Keywords: publishers –independence – France – Brazil – discursivities


I.

La fórmula de la edición “independiente” ha ampliado su presencia en los relatos de la vida cultural en los últimos veinte años. Tal representación va ocupando espacios en la prensa especializada, en los discursos cotidianos e institucionales de los editores identificados con este rótulo, en los materiales teóricos y semiteóricos producidos por algunos de esos editores (especialmente en los países centrales) y en las instancias de acción y representación colectiva que han sido creadas desde fines de los años 90. También el campo académico presenta ciertos interrogantes sobre las prácticas, los deberes y los devenires de los proyectos identificados, endo o exógenamente, con esta terminología.

Este debate ha sido suscitado por la formación de grandes grupos editoriales y por la entrada de agentes e instituciones que, ajenos a las prácticas y valores del sector, introducen nuevas lógicas en su funcionamiento. En este debate, las nuevas lógicas han sido descriptas básicamente en estos términos: orientación hacia la venta masiva, al bajo riesgo y a la alta rentabilidad, con foco en los títulos de éxito inmediato en detrimento de los títulos de “fondo de catálogo”; introducción de las lógicas del marketing y de las metas financieras en el trabajo editorial; reducción de la calidad en los procesos y en los productos; adquisición de pequeñas y medianas editoriales, con cambios intensos en sus modos de funcionamiento y en la selección de títulos. La concentración de propiedad promovida por los conglomerados ha sido interpretada como una amenaza a la circulación de ideas, a la publicación de buenos libros y al debate democrático.

Con este telón de fondo, se forja la idea de editor “independiente” como aquel que, permaneciendo al margen de esos grandes grupos, mantiene total autonomía sobre la formación de su catálogo y privilegia la calidad en detrimento de la rentabilidad.1 La actuación de los editores así caracterizados es tomada, entonces, en clave positiva como territorio inmune o, por lo menos, resistente a tales transformaciones estructurales del mercado editorial y luego, como salvaguarda de la calidad y la diversidad en el mundo del libro. Por lo tanto, lo que nos parece nuevo, en este debate, en relación con las discusiones ya existentes,2 es que se crea una categoría ética que pasa a representar un polo de resistencia a esos efectos. El surgimiento de esta terminología señala, entonces, no solamente la percepción más o menos difundida de ciertos clivajes dentro del campo, sino también nuevas formas de identidad y de lucha.

Argumenta Williams (1965: 90): “Es siempre difícil fechar una experiencia fechándose un concepto, pero cuando una palabra aparece –sea una nueva palabra o bien un nuevo sentido de una palabra–, se ha alcanzado un momento particular que es lo más próximo que podemos llegar a una conciencia de cambio”. Aunque no intentemos hacer una historia de la idea de “independencia” y de sus usos en el espacio editorial, es interesante “perseguir” las apariciones del término, para ver qué sentidos va ganando en referencia a los contextos en que surge. El estudio de esta genealogía debe considerar las especificidades de cada contexto nacional y lingüístico, y también la aparición y la circulación de ideas, conceptos y categorías entre distintos ámbitos de la vida social. Para el caso brasileño, téngase en cuenta cómo el adjetivo “independiente” aparece en un diario de gran circulación, asociado a distintas áreas de la producción simbólica:3

Evidentemente, no se pueden pasar por alto, en la interpretación de estos datos, las variaciones ligadas a los cambios en las políticas editoriales o a la ocurrencia de ciertos eventos que afectan las orientaciones de la cobertura (festivales, polémicas públicas etc.), ocasionando “irrupciones” lexicales. Sin embargo, aun considerándose estos factores, se puede notar una tendencia general muy clara: mientras que en el universo del periodismo el uso del calificativo “independiente” tiene una historia de más larga duración, la aparición de esta expresión en relación al cine, a la música y a la edición es más reciente y solamente se consolida a fines de los años 70 y comienzo de los 80. En estas tres áreas, es probable que la circulación del término, tanto entre los productores simbólicos como en la prensa especializada, haya tenido como elemento disparador la percepción de una creciente polarización entre las majors (las grandes empresas que pasan a dominar tales mercados) y las indies. También es posible que el uso creciente del adjetivo “independiente” sea tributario de préstamos entre los distintos campos y de ciertas afinidades de base entre los productores identificados con la rúbrica. Esta tendencia, sin embargo, no nos puede llevar a conclusiones genéricas, sin considerar la especificidad de la historia interna de cada espacio de producción simbólica.

Asimismo, sería prudente considerar que el término “independiente” (como cualquier otro, a propósito) es objeto de inversiones singulares y porta una polisemia constitutiva. Luego, lo que planteamos es comprender los usos de la idea de edición “independiente” no como parte de un imaginario homogéneo, de lo cual se pueda abstraer una “ideología”. En cambio, se trata de entender cómo la “independencia” editorial gana sentidos precisos, cuando no opuestos, con relación a los modos de inserción de los editores y las editoriales en el mundo del libro. Desde esta perspectiva analítica, se trata de una terminología a ser manejada no como concepto sociológico, sino como modo de acceder a las representaciones y prácticas de conjuntos heterogéneos de agentes e instituciones. Tal perspectiva requiere, como precaución esencial, evitar la “actitud bibliográfica” en el estudio de materiales de la vida intelectual. O sea, la propuesta no es producir un “estado de la cuestión” sobre el tema de la edición “independiente”, aunque el resultado de este trabajo pueda servir a este tipo de uso posterior. El objetivo es, sobre todo, relacionar los contenidos de este universo a las condiciones de su producción, con énfasis en las trayectorias y en las relaciones entre los agentes involucrados. Por lo tanto, nuestra finalidad es tomar ciertas materialidades discursivas no como subsidios teóricos para discutir la edición “independiente”, sino como objetos de análisis, a la medida en que son ellos propios los generadores de un debate donde la edición “independiente” se forja como tema de la realidad y como categoría de comprensión de esta realidad.

En este artículo, analizamos sobre todo el conjunto de agentes, grupos e instituciones involucrados en este debate en Francia y en Brasil. Esto nos permitirá, más adelante en nuestra investigación, explorar las materialidades discursivas propiamente dichas y algunos de sus tópicos centrales, tales como los debates sobre la definición de edición “independiente” y sobre el rol del Estado en su protección y promoción.4

II.

Una mirada a vuelo de pájaro por los artefactos intelectuales disponibles para pensar el tema de la edición “independiente” hace evidente que Francia figura como principal polo de producción discursiva sobre el tema.5 Es posible distinguir, a modo de tipología, tres vertientes en esta producción: militante-individual, militante-gremial y académica. Interesa notar que, en el caso francés, las tres vertientes se hallan bastante desarrolladas y mantienen estrechas relaciones entre sí, como se verá más adelante.

En la vertiente militante-individual, situaríamos una variedad de artículos de opinión y entrevistas en la prensa, intervenciones orales públicas y ensayos, en general escritos por editores. Tales documentos son producidos o bien a raíz de acontecimientos extraordinarios de la vida editorial (por ejemplo, la compra una editorial “independiente” por un gran conglomerado), o bien como balances resultantes de la evaluación de una sucesión de acontecimientos en un contexto sociotemporal específico. A despecho de las divergencias puntuales, esos textos se caracterizan por su posicionamiento crítico con respecto a los grandes conglomerados, por el relato (de tono muchas veces nostálgico) de las dificultades de sobrevivencia de las editoriales “independientes” en el escenario contemporáneo y por la propuesta de agendas tanto en el nivel de las políticas editoriales como de las políticas públicas.

Por el “efecto de síntesis” que operan y por su carácter reflexivo, podríamos destacar, en este conjunto, cuatro textos publicados en la forma de libro en el espacio de una década. El primer de ellos es L’édition sous influence (2002), de Janine y Greg Brémond. Para estos autores, la llamada “edición bajo influencia” de la lógica mercantil, fruto de la concentración del mercado editorial francés por parte de grandes grupos como Vivendi y Lagardère, representa una amenaza al funcionamiento de la democracia, porque genera la uniformización de los contenidos y pone en riesgo la justa competencia en el sector. Jérôme Vidal, por su parte, en el libro Lire et penser ensemble: Sur l’avenir de l’édition indépendante et la publicité de la pensée critique (2006), suscribe los argumentos de los Brémond acerca de los cambios del mercado editorial. Sin embargo, razona que esta toma de consciencia colectiva focalizada en las políticas editoriales de las majors es legítima, pero no da cuenta de ciertas ambigüedades y puntos ciegos del debate, como la permanencia del sexismo y de la explotación de la mano de obra en el seno de las editoriales llamadas “independientes” y críticas. En el año siguiente surge el libro Éditeurs indépendants: de l’âge de raison vers l’offensive? (2007), de Gilles Colleu. El autor se hace eco de los argumentos acerca de los efectos perversos de la invasión de la lógica mercantil en la edición de libros e incorpora los planteos éticos de Vidal. Asimismo, plantea una tipología de las empresas editoriales de acuerdo a su dependencia en relación con los mercados financieros y sugiere la noción de “editor independiente de creación” para dar cuenta tanto de los aspectos económicos como de los criterios cualitativos. Por fin, La trahison des éditeurs (2011), de Thierry Discepolo, es el producto más ensayístico dentro los cuatro mencionados. El autor pone de relieve el carácter problemático de la transformación de políticas editoriales en estrategias de comunicación de los grandes grupos, la conversión de los lectores en nada más que consumidores, y la autoclasificación de grandes empresas, como Gallimard, como “independientes”. Además de las evidentes afinidades temáticas y de posicionamiento ante el tema –y a pesar de algunas divergencias fundamentales–, una característica morfológica permite agrupar los cuatro manifiestos como un conjunto relativamente homogéneo: los autores pertenecen a familias o agrupamientos que han fundado pequeñas y medianas editoriales en los años 90 y 2000 (y que, a excepción del libro de Colleu, son las editoriales que publicaron tales manifiestos).6

El segundo ámbito, el de la producción militante-gremial, abarca todos aquellos documentos producidos por los editores “independientes” de forma colectiva, por medio de las entidades que los representan. En este conjunto, es posible destacar el Livre Blanc, el estatuto y otros documentos de L’Autre Livre, asociación que aglutina actualmente un centenar de editores franceses “independientes”. También es necesario considerar los diversos documentos producidos por la Alianza Internacional de los Editores Independientes,7 organismo con sede en París que agrupa editores “independientes” de todo el mundo y sus asociaciones. Dentro los materiales producidos en el seno de la Alianza, se pueden mencionar las Declaraciones de Dakar (2003), Guadalajara (2005), París (2007) y Ciudad del Cabo (2014), manifiestos de consenso resultantes de los congresos internos de la entidad; el ya mencionado libro de Gilles Colleu, publicado por la asociación en 2007; los otros libros publicados por la Alianza en la colección “État des lieux de l’édition”;8 y los estudios temáticos disponibles en la página web de la entidad.9

Por fin, la vertiente de la producción académica ha orbitado alrededor del Laboratoire des Sciences de l’information et de la communication (LabSIC) de la Université Paris 13, aunque también el Centre de Sociologie Europeénne de la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) ejerce un rol importante de formación y diálogo. Hitos importantes de esta producción son los dos dossiers organizados por Bernard Legendre, coordinador del LabSIC, para la revista Communication & Langages: “L’indépendance éditoriale” (n. 156, 2008) y “L’indépendance éditoriale: approches internationales” (n. 170, 2011); los tres números ya publicados de la revista Bibliodiversité (enero de 2011, enero de 2013 y febrero de 2014), producida por la Alianza y dirigida por Étienne Galliand, uno de los creadores de la entidad; y el libro de la investigadora del LabSIC Sophie Noël, L’édition indépendante critique: engagements politiques et intellectuels. También se puede mencionar el dossier “Industria del libro”, de 2013, organizado por Legendre para la revista chilena Comunicación y Medios.10

Para estos y otros trabajos académicos que han sido realizados en todo el mundo, así como para una parte considerable de los discursos de la militancia, la referencia al nombre y a la obra de Pierre Bourdieu (1930-2002) ha sido constante. La caracterización del editor como agente doble, que se mueve entre lo económico y lo simbólico, y la descripción del campo editorial como conjunto de agentes distribuidos entre dos polos (autónomo y heterónomo) y portadores de distintas formas de capital han ayudado a investigadores y editores a dar inteligibilidad a sus objetos de investigación o interés. La publicación del artículo “Une révolution conservatrice dans l’édition” en la Actes de la Recherche en Sciences Sociales (ARSS), en 1999, en un número temático sobre edición y editores, expresa la vitalidad de una agenda de investigación que gana fuerza en este momento y se desarrolla sobre todo después de la muerte del sociólogo.11

De todo el conjunto de proyectos académicos relacionados al tema de la edición “independiente”, el caso específico de la revista Bibliodiversité es emblemático de los límites tenues entre investigación y militancia: los dossiers temáticos de la revista reúnen tanto a investigadores ligados a universidades como a agentes ligados al mundo del libro, actuantes en los sectores privado, público y asociativo.12

Por lo tanto, una adecuada comprensión del fenómeno de proliferación de los relatos sobre la edición “independiente” en Francia exige explorar los cruces, las capilaridades, las indefiniciones entre las tres vertientes mencionadas anteriormente. Aunque la distinción entre producción militante-individual, militante-gremial y académica sea útil –sobre todo por indicar regímenes autorales específicos y anclajes institucionales distintos–, se trata de ámbitos con alto grado de interdependencia. La intensa circulación de los agentes y de sus producciones intelectuales entre las tres esferas es constitutiva de este espacio reflexivo y muestra cierto clima de urgencia en el tratamiento de un problema contemporáneo de la industria editorial. El análisis de esos tránsitos no es suficiente para concluir que existe un grupo cohesivo; sin embargo, muestra relaciones suficientemente bien establecidas que se basan en grados de afinidad articulados por temas comunes y posicionamientos teóricos, cuando no convergentes, no excluyentes.

El editor neoyorquino André Schiffrin (1935-2013)13 es una figura emblemática por haber transitado hábilmente entre las tres modalidades de producción de conocimiento sobre la edición “independiente” en Francia. Su libro The Business of Books, que se ha convertido en el más conocido libelo contra el dominio del mercado editorial por los grandes conglomerados, fue lanzado antes en Francia (1999) que en Estados Unidos (2000), para después ser traducido a diversas lenguas. En Francia, el libro se publicó con el título de L’édition sans éditeurs, y no sería una exageración ubicarlo como el disparador de los debates que tomaron cuerpo en Francia en los años siguientes. En este libro, Schiffrin convierte su propia experiencia –la pérdida de independencia editorial en Pantheon bajo el dominio de un gran conglomerado– no solamente en un ejemplo cabal de los cambios estructurales por los cuales el mercado editorial de lengua inglesa pasa en las últimas décadas, sino también como pronóstico de los cambios que, con algún atraso, alcanzarían también otras áreas lingüísticas. Más que eso, la saga autobiográfica de Schiffrin termina por convertirse en una de las más acabadas epopeyas de la militancia del editor “independiente” en todo el mundo, porque narra la trayectoria ejemplar de un editor consagrado que pierde su independencia y trabaja para reconquistarla.

En Francia, el editor encontraría un terreno fértil para desarrollar este debate. Dos ámbitos principales de diálogo han favorecido su inserción en este espacio intelectual. El primer de ellos es el grupo de la EHESS ligado a Bourdieu: ya en 1999, Schiffrin participa con un artículo sobre la lógica de la ganancia en las editoriales universitarias estadunidenses, en un dossier temático en la ARSS. Diez años después, figuró en el volumen colectivo sobre globalización editorial organizado por Gisèle Sapiro. El segundo ámbito es la editorial parisina La Fabrique, en cuyo catálogo se encuentran tres libros de Schiffrin –L’édition sans éditeurs (1999), Le contrôle de la parole (2005) y L’argent et les mots (2010), además del volumen colectivo Le livre: que faire? (2008), del cual participa.14 A pesar de que no se dedique sistemáticamente a la investigación académica, destacándose principalmente por su obra autobiográfica y ensayística sobre el mundo de la edición, Schiffrin también fue invitado a participar del comité científico de la revista Bibliodiversité, al lado de Jacques Michon, Françoise Benhamou y Jean-Yves Mollier, investigadores del mundo francófono dedicados a temas de mercado editorial y economía de la cultura.

Otra voz importante surge recién en el otro extremo del espacio anglófono: la australiana Susan Hawthorne lanza, en 2014, el libro Bibliodiversity: A Manifesto for Independent Publishing. En este libro –publicado por su editorial, Spinifex Press–, Hawthorne relaciona la bibliodiversidad a temas como biodiversidad, libertad e igualdad de expresión, feminismo, pornografía y opresión de grupos minoritarios, asumiendo y ampliando de manera significativa el radio de alcance de las banderas defendidas por los movimientos colectivos de edición “independiente”. También vinculada a la Alianza Internacional, de cuyos manifiestos es signataria, Hawthorne asimismo ha participado con un artículo en la primera edición de la revista Bibliodiversité. Por esas y otras razones, se puede decir que la Alianza figura, actualmente, como principal articuladora transnacional del debate sobre la edición “independiente”, porque conecta el centro nervioso de esta producción –Francia, y más específicamente París– con los agentes políticos e intelectuales de este universo de intereses distribuidos por el mundo. Ella parece ser simultáneamente causa y efecto de las relaciones que se van desarrollando entre editores y académicos y entre editores “independientes” de distintas partes del globo, a lo largo de los últimos años.

III.

En Brasil, esta discusión, a pesar de haberse desarrollado poco, encuentra condiciones relativamente propicias de enraizamiento político. Al contrario de lo que ocurre en Francia, donde existe una evidente porosidad entre la producción de discursos militantes de la edición “independiente” y la producción académica dedicada al tema, en Brasil estos dos ámbitos se encuentran prácticamente aislados. Eso sucede porque, en el territorio de la investigación, la producción sobre el tema es sorprendentemente poco densa: aunque el área de estudios sobre libro, edición y lectura haya conocido expresivos desarrollos en los últimos 30 años, tanto en términos de producción como de institucionalización,15 ella se concentra sobre todo en la construcción de registros, relatos y análisis sobre la actividad editorial brasileña del pasado, mientras que los fenómenos contemporáneos han quedado a cargo de una literatura extra o para-académica.

El principal fomentador y vehículo de este debate en Brasil es, ciertamente, la Liga Brasileira de Editoras (LIBRE), que se define como una “red de editoriales independientes que trabajan cooperativamente por el fortalecimiento de sus negocios, del mercado editorial y de la bibliodiversidad” (2013). Los antecedentes de la creación de esta entidad nos remiten a la iniciativa de un grupo de editores que, insatisfechos con los precios de los stands en la Bienal del Libro, deciden crear su propio evento, la Primavera dos Livros. En octubre de 2001, tiene lugar en el Jockey Club de Río de Janeiro, con patrocinio del ayuntamiento de la ciudad, la primera edición del evento, que cuenta con la presencia de cincuenta y ocho editoriales. Desde entonces, el evento sigue ocurriendo año tras año, no solamente en Río sino también en San Pablo, y más recientemente también en otras ciudades del país. La entidad, creada oficialmente en 2002,16 también ha crecido significativamente desde entonces: de la media centena de editoriales asociadas en el comienzo, hoy cuenta con ciento veinticinco. Son empresas de pequeño y mediano porte, en su mayoría radicadas en las ciudades de San Pablo y Río de Janeiro, las dos “capitales editoriales” del país. La entidad reúne tanto editoriales ya consagradas (como Cosac Naify, 34, Iluminuras, entre otras) como empresas con poca visibilidad y reputación.

LIBRE y sus protagonistas se han involucrado en el debate sobre la edición “independiente” en tres frentes principales. La primera es la importación de las ideas que dan el tono de esta discusión en los países centrales. En 2006, Casa da Palavra –editorial creada por Marta Ribas, una de las fundadoras de LIBRE– publica el primer libro de Schiffrin, bajo el título O negócio dos libros.17 En el mismo año, LIBRE publica Proteger o livro: desafios culturais, econômicos e políticos do preço fixo, de Markus Gerlach, publicado en 2003 por la Alianza. En el año siguiente, LIBRE publica la traducción al portugués del libro de Gilles Colleu, lanzado en francés también por la Alianza. Este diálogo transnacional también se realiza con la participación directa de miembros de LIBRE en las reuniones de la Alianza. Además de otros editores no ligados a la entidad, Cristina Warth (Pallas) y Lidio Peretti (Vozes, que luego se retira de la asociación brasileña) marcan presencia en los tres primeros encuentros internacionales de la Alianza (Dakar 2003, Guadalajara 2005 y París 2007), tal como muestra la lista de signatarios de sus respectivos manifiestos. En París, estarían presentes, además, Ivana Jinkings (Boitempo) y Araken Gomes Ribeiro (Contra Capa), que también asistieron al encuentro de 2014 en la Ciudad del Cabo, junto a Haroldo Ceravolo Cereza (Alameda), Isabella Marcatti (Boitempo) y Mariana Warth (Pallas). Con el análisis de la lista de signatarios de este último encuentro en Sudáfrica, queda claro que LIBRE va concentrando la representatividad de los editores “independientes” brasileños en este ámbito internacional de discusión.

El segundo frente de trabajo abarca las acciones de visibilidad frente al público. La feria Primavera dos Livros, tal como otras ferias promovidas por asociaciones de editores “independientes” alrededor del mundo, configura un enfrentamiento simbólico ante las grandes ferias de formato más comercial, que tienden a privilegiar las grandes editoriales más capitalizadas. Se trata, además, de una feria promovida generalmente en espacios públicos, con entrada gratis –todo lo contrario de la Bienal do Livro de São Paulo y de la Bienal do Livro do Rio de Janeiro, organizadas por la Câmara Brasileira do Livro (CBL) y el Sindicato Nacional dos Editores de Livros (SNEL), respectivamente. La participación colectiva de LIBRE en la Feria del Libro de Frankfurt y otros eventos de alcance internacional, por su parte, busca dar espacio a catálogos que, por sí solos, no tendrían condiciones de participar en los circuitos transnacionales de edición y traducción.

El tercer frente incluye la interlocución con la política oficial. En este punto, LIBRE ha ejercido presiones sobre la formulación e implementación de políticas públicas dedicadas al libro y a la lectura. Lo hace participando de las discusiones y consultas públicas del gobierno a la sociedad civil y a las entidades representativas del sector. En estas ocasiones, ha obtenido algunos éxitos importantes, como el cambio de criterios de compra de libros para el Programa Nacional de Bibliotecas Escolares (PNBE), de modo que se contemple a las pequeñas y medianas editoriales. Además, ha producido cartas dirigidas a miembros del poder ejecutivo y legislativo –por ejemplo, la Carta aberta aos futuros Deputados, Senadores, Governadores. E ao futuro Presidente da República (Warth y Sá, 2010), producida con ocasión de las elecciones y firmada por la presidente y la vice-presidente de la entidad.18 En este documento, plantea que “la producción de la cadena del libro debe ser tomada como una prioridad de gobierno y Estado, porque su papel será estructurante en la consolidación de los grandes proyectos nacionales”, y propone una serie de medidas relativas a la regulación del mercado editorial, concesión de incentivos y exenciones fiscales a las editoriales y librerías “independientes”, establecimiento del precio único del libro, límites a la actuación de empresas extranjeras en el sector etc.19 Estas tomas de posición, sumadas a otras manifestaciones (estatuto, catálogos colectivos, declaraciones y entrevistas en la prensa) dan muestras de la centralidad que LIBRE cobra para sí en el tratamiento de los “independientes” y en el fomento a ciertas políticas públicas y sectoriales. Evidencian, además, de qué manera ciertas pautas organizadas en instancias de alcance transnacional (la Alianza y la UNESCO, por ejemplo) son trasplantadas o adaptadas a la realidad brasileña.

No obstante la acción esencial de LIBRE, llama la atención el surgimiento, en los últimos años, de otros lugares de enunciación que toman la edición “independiente” como forma de autoclasificación y de identificación colectiva. Me refiero, particularmente, a los proyectos de índole artesanal, a las editoriales cartoneras, a los productores de libros-objetos y a los pequeños emprendimientos de autores-editores o artistas-editores. Aunque no se organicen institucionalmente como las pequeñas y medianas editoriales de LIBRE, tales proyectos han cobrado visibilidad por medio de ferias realizadas en espacios públicos de las grandes ciudades brasileñas, especialmente de San Pablo, donde se han multiplicado y diversificado de manera singular.

Una de las primeras ferias de este tipo es la Feira de Arte Impressa do Tijuana,20 dedicada a los libros de artistas. La primera edición ocurrió en 2009, y desde entonces se realiza anualmente. Aunque no se defina como una feria de publicaciones “independientes”, ha reunido una parte considerable de los editores que así se identifican y que no están asociados a LIBRE, además de artistas tanto emergentes como consagrados dedicados al trabajo con materiales gráficos.21 También debe ser mencionada la Feira Plana, que en 2015 tuvo lugar por tercera vez en el Museu da Imagem e do Som de San Pablo, bajo la curaduría de la periodista y editora Bia Bittencourt, creadora de Kaput Livros. Por la regularidad, las dimensiones y la repercusión que obtuvo, muchos se refieren a la Plana como la principal feria de publicaciones “independientes” de Brasil en la actualidad. Las ferias de publicaciones independientes del SESC-SP (Serviço Social do Comércio do Estado de São Paulo), la Feira Pão de Forma, en Rio de Janeiro, y la Feira Miolo(s), realizada en 2014 en la Biblioteca Mário de Andrade, en São Paulo, han contribuido a la consolidación de este universo de prácticas editoriales.

Los editores reunidos en torno a tales eventos configuran grupos completamente distintos del conjunto de asociados a LIBRE, porque se sitúan en posiciones bastante marginales del mercado: no comercializan sus productos en librerías; poseen catálogos muy reducidos; la mayoría de ellos ni siquiera registra sus producciones en el ISBN. No están en Frankfurt, ni en las Bienales del Libro, tampoco en la Primavera dos Livros. Son, en su mayoría (incluidos los organizadores), editores más jóvenes que los de LIBRE; sus proyectos tienen, en general, una existencia más reciente y menos (o nada) consolidada en términos empresariales; muchos se sustentan con actividades remuneradas afines (periodismo, diseño, publicidad etc.). Asimismo, sus productos remiten principalmente a los universos de la historieta, el zine, las artes gráficas, más que a los de la literatura, el ensayo y las ciencias humanas (géneros más cultivados por las editoriales de LIBRE). Sus prácticas y representaciones “desinteresadas” y la tendencia a producir títulos volcados a públicos de perfil muy semejante a los propios productores los diferencian de las editoriales de LIBRE, que, aunque no se constituyan como empresas de alcance masivo, son más propensas a adherirse a formas mundanas de consagración y difusión.

Interesa subrayar también la diferencia en la manera en que tales agrupamientos interpelan a lo político. Para los “independientes” de LIBRE (o, por lo menos, para aquellos que hablan en su nombre), esta denominación es una manera de diferenciarse de las grandes editoriales, particularmente de aquellas ligadas a poderosos grupos económicos y volcadas a los best-sellers. Sin embargo, tales editoriales se piensan como empresas profesionales y luchan por el derecho de competir con las majors en condición de igualdad, sea en el mercado privado, sea en las compras públicas de libros. En contrapartida, para la mayoría de los pequeños feriantes, ser una empresa editorial tradicional no está en el horizonte, y la “independencia” tiende a asumir el sentido de “alternativo”, “artístico” o “artesanal”, es decir, de un quehacer que jamás sería posible en las editoriales comunes, por más chicas que sean. La libertad creativa, la autonomía profesional y la valoración de los vínculos afectivos (con otras personas y con su propia labor) son tres de las principales ideas presentes en sus discursos. Para ellos, lo más interesante del mercado independiente es “la libertad de producir y no quedarse preso del sistema: vos creás tu sistema”; “no tener que manejar mucha burocracia, rendición de cuentas: así, vos podés hacer un proceso más humano”; “poder dibujar mis propios ositos fumando y no tener un editor que lo apruebe”.22 Tales ferias parecen haberse consolidado tan solo como instancias de sociabilidad y visibilidad de estos productores “independientes” ausentes de los circuitos tradicionales de la industria editorial, pero es todavía prematuro determinar si ellas darán origen a formas más estables de colectividad artística o a grupos regulares de reivindicación política.

IV.

Los debates acerca de la edición “independiente”, aunque tengan una dimensión transnacional, asumen distintos rasgos en cada contexto donde se hacen presentes. A partir del análisis centrado en Francia, el principal polo de irradiación de este debate, se pueden distinguir dos momentos, en términos generales.

El primer momento comienza con la dimisión de Schiffrin, en 1990, que ha repercutido fuertemente en el mundo intelectual estadounidense. En aquel momento, una comisión de aproximadamente trescientos cincuenta autores se manifestó en contra de su salida de Pantheon Books, y el episodio tuvo proyección mundial, creando las condiciones para que los debates sobre el tema ganaran cuerpo hasta el final de la década. En este periodo, el mundo editorial e intelectual demuestra sus primeras señales de perplejidad ante la “invasión” de los grandes conglomerados y de los agentes financieros en el mundo de los libros. Los suplementos de cultura y literatura de los diarios de gran circulación y los debates públicos sobre cultura, globalización y mercado editorial se van poblando de a poco de interrogantes sobre las consecuencias de este proceso y sobre las acciones posibles. Al mismo tiempo, el concepto de edición “independiente” va ampliando su presencia en los relatos de la vida cultural; en este momento, sin embargo, la noción es empleada especialmente para referirse a las empresas que están afuera del mainstream de un determinado nicho, pero todavía no está investida de los contenidos políticos que la van a marcar en la década siguiente.

El año 1999 puede ser tomado como el punto de inflexión en este debate. El libro de Schiffrin y el artículo de Pierre Bourdieu en la ARSS sobre el mercado editorial francés inspiran una serie de nuevos abordajes sobre una problemática social y económica que, en ritmo acelerado, va haciendo sentir su presencia en diversos países. A partir de entonces, este debate no solamente se adensa –con la proliferación de libros, artículos e intervenciones públicas sobre el tema–, sino que también se complejiza, se institucionaliza y se transnacionaliza.

En el segundo momento, el debate gana nuevos perímetros con las acciones de la UNESCO (París): primeramente, en 2002, con la publicación de la Declaración Universal sobre Diversidad Cultural; después, con la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, adoptada en ocasión de la 33ª Reunión de su Conferencia General, celebrada en París en octubre de 2005. Se trata de una norma que, por sus recomendaciones, ayuda a dar legitimidad a las reivindicaciones de los editores “independientes” y de sus entidades representativas, especialmente en lo que se refiere al papel del poder público en el fomento de sus actividades. El ingreso de la UNESCO en este universo de discursividades es el suelo sobre el cual van a surgir las asociaciones de editoriales “independientes” en todo el mundo y las agendas de investigación universitaria dedicadas a este tema.

Además, es digno de atención que algunos documentos de la Alianza incorporan directivas que, a pesar de que no estar directamente relacionadas con la edición de libros, aparecen en los nuevos protocolos de la UNESCO sobre diversidad cultural. Asimismo, la UNESCO ha patrocinado el Congreso Internacional de Edición Independiente, evento que la Alianza promueve periódicamente y que da origen a las declaraciones colectivas de la entidad. Este vínculo, más allá de su significado económico, provee al movimiento transnacional de editores “independientes” de cierto capital militante (Matonti y Poupeau 2004/5), aunque no siempre este pueda ser transformado en “capital político” –conversión que depende del estado de la disputa entre fuerzas políticas en cada contexto nacional o regional, lo que requiere pensar en las relaciones entre los movimientos de la sociedad civil con el Estado y con el gobierno.

En Brasil, ciertos cambios sociales y tecnológicos de las últimas décadas han favorecido el ingreso de nuevos agentes a la actividad editorial. Por un lado, se multiplicaron las editoriales pequeñas y medianas que sostienen material y simbólicamente las acciones de LIBRE. Esta entidad, por su parte, encontró condiciones propicias de acción política, dado que las políticas culturales del gobierno de centro-izquierda del Partido de los Trabajadores ofrecieron espacios relativamente abiertos de interlocución con la sociedad civil, aunque muchas de las reivindicaciones de la entidad están lejos de ser tomadas en serio en la definición de tales políticas. Por otro lado, los nuevos microproductores han logrado construir circuitos propios y obtener los apoyos públicos y privados necesarios para la realización de sus ferias. Aunque estos “feriantes” y los editores de LIBRE frecuentemente se autoclasifiquen como “independientes”, se trata de dos grupos con rasgos morfológicos muy distintos. Mantienen entre sí nodos de circulación de personas, recursos y valores, pero no se confunden como parte del mismo universo de prácticas y representaciones.

Tales diferencias nos muestran, una vez más, la necesidad de abordar la noción de “independencia” no como categoría epistémica estable, dotada de una inteligibilidad intrínseca, sino como formulación que circula dentro de un espacio socialmente circunscrito y cuya definición legítima es reivindicada desde muchos lugares enunciativos. Por lo tanto, más que elegir una definición correcta o adecuada para construir desde ahí un objeto empírico, interesa pensar de qué modo las definiciones corrientes expresan disputas, indefiniciones, discontinuidades y procesos. Lo “independiente” es abordado, entonces, a partir de su constitución polisémica y volátil, condicionada por la multiplicidad de disposiciones y posiciones de los agentes del campo y definidora de identidades no siempre estables. Los artefactos intelectuales dedicados al tema de la “independencia” tienen, por lo tanto, el estatuto de discursividades nativas, por medio de las cuales los editores forjan sus representatividades, sociabilidades, visibilidades y legitimidades.

NOTAS

1 Esta es la definición de editor “independiente” que se ha convertido en la más común en los discursos relacionados al tema, pero no representa un consenso absoluto. Mientras, para algunos, es demasiado restrictiva (si se asume que es posible ser un editor “independiente” aunque dentro de un gran conglomerado), para otros ella es poco abarcadora (si se asume que el editor “independiente” tampoco puede estar subordinado a partidos políticos, grupos religiosos, instituciones del Estado etc.).

2 De acuerdo a Sophie Noël (2012: 12), ha sido constante la sensación de crisis en el mercado editorial. De hecho, en las décadas pasadas, la falta de lectores, la decadencia del libro frente a otras tecnologías de la comunicación y los arbitrios de los editores fueron temas recurrentes en el discurso de artistas e intelectuales. En la actualidad, tales temas se suman tanto al debate sobre la “muerte del libro” frente a las tecnologías digitales, como al debate que aquí se pone en relieve y que se puede sintetizar con la siguiente pregunta: ¿Cuáles son los efectos de las nuevas prácticas gerenciales, de la concentración de propiedad y de la globalización en la edición de libros, tal como ella ha sido concebida tradicionalmente?

3 Los números se refieren a la cantidad de páginas, por año (1922-2013), en las que el diario Folha de S. Paulo (incluyendo sus ediciones regionales) trae términos de la producción simbólica asociados al adjetivo “independiente”. Los datos fueron obtenidos a partir de la búsqueda en los archivos digitales de la empresa (acervo.folha.com.br).

El contenido de las tablas está en idioma portugués.

4 El universo de agentes organizados alrededor de tal identificación y de otros relacionados, por ser un tema contemporáneo y reciente –analizado, por lo tanto, al calor de los acontecimientos–, se convierte en un objeto resbaladizo, sujeto a correcciones. En este sentido, el método elegido –perseguir la edición “independiente” como fórmula discursiva– muestra, al mismo tiempo, sus posibilidades y sus límites. Este artículo quiere presentar solo algunos resultados provisionales e indicar caminos para el análisis de este palpitante conjunto de representaciones y prácticas intelectuales.

5 Sugerimos, como hipótesis provisional, que el protagonismo de Francia en este debate está relacionado a múltiples factores interrrelacionados: una tradición consolidada de intelectualidad crítica a los efectos del capitalismo y del mercado sobre la cultura; la amplia difusión de una concepción según la cual la protección y la promoción de la diversidad cultural son elementos clave de la identidad nacional y son roles centrales del Estado, posición que se encuentra sintetizada en la idea “excepción cultural” (Fajardo y Coll 2013); la posición de potencia cultural decadente, donde las amenazas de lo “extranjero” –y particularmente de lo “estadunidense”– tienden a ser interpretadas como “invasiones” y terminan por cobrar acciones “bélicas” tanto del Estado como de la sociedad civil.

6 El primer título fue publicado por Éditions Liris, empresa radicada en París y creada por Jean-Robert Brémond en 1991. El segundo título fue publicado por la autodefinida “democrítica” Éditions Amsterdam, empresa también radicada en la capital francesa y fundada por el propio Jérôme Vidal, en 2003. El tercer libro fue publicado por la Alianza Internacional de los Editores Independientes, de la cual hace forma su autor, Gilles Colleu (el cual funda, en 1999, junto a Jutta Hepke, la editorial Vents d’Ailleurs). Por fin, La trahison des éditeurs fue publicada por la marsellesa Agone, editorial fundada por Discepolo en 1998 a partir de la revista homónima, creada en 1990.

7 Aunque, en este caso, no se trate de producciones “locales” y estén marcadas por un fuerte sentido de cosmopolitismo “altermundista”, el rol de sede y el protagonismo de los franceses en la dirección de la entidad tornan posible la inclusión de tales materialidades discursivas en el conjunto “francés”.

8 Para consultar los títulos publicados hasta el momento: http://www.alliance-editeurs.org/-collection-etat-des-lieux-de-l-?lang=es.

9 URL: http://www.alliance-editeurs.org/-etudes-thematiques,044-?lang=es.

10 El conjunto de textos ahí reunidos resulta del Coloquio Chile-Francia “Edición independiente: Espacio público, repertorios de acción y modelos organizativos”, realizado en 2012 tanto en Santiago como en París. Es interesante notar, en este punto, la posición particular de Chile en los diálogos transnacionales sobre la edición “independiente”. En el ámbito de la organización gremial, el rol del editor chileno Paulo Slachevsky como fundador de las primeras asociaciones de editores “independientes” de que tenemos noticia parece haber dado a este país cierta prominencia –no por casualidad, según la versión más difundida, el término “bibliodiversidad” fue una invención de editores chilenos (ver Coll 2013: 134). Slachevsky ha recibido del Ministerio de Cultura de Francia, en 2005, una medalla de Oficial de las Artes y de las Letras, por su papel en la defensa de la diversidad cultural (2013: 137). En el ámbito académico, los trabajos de doctorado de María Eugenia Domínguez-Saul (2010) y Constanza Symmes Coll, desarrollados en universidades del mundo francófono, pueden haber contribuido para estrechar estos vínculos.

11 De manera indirecta, los trabajos de Gisèle Sapiro y Johan Heilbron, de la EHESS, y del historiador Jean-Yves Mollier, de la Université de Versailles St-Quentin-en-Yvelines, han contribuido a dar continuidad a esta agenda. Aunque no se acerquen al tema de la edición “independiente”, sus estudios sobre la globalización editorial y sobre la constitución de la edición de libros como negocio han dado subsidios a la comprensión de las relaciones de fuerza en el mercado editorial contemporáneo en escala mundial, donde la polarización entre majors e indies cumple un importante papel.

12 Uno de los creadores de la revista, Luc Pinhas, enseña en la Université Paris 13, es investigador del LabSIC y es actualmente el vice-presidente de la Alianza. Tiene, él mismo, una considerable producción científica acerca de la edición “independiente”.

13 Schiffrin nació en París, ciudad donde su padre, judío emigrado de Rusia, creó la conocida Bibliothèque de La Pléiade, más tarde comprada por Gallimard. En razón de las dificultades impuestas por la invasión nazi y por las políticas anti-judías del regímen de Vichy, la familia Schiffrin huyó a Casablanca (Marruecos), para establecerse finalmente en Nueva York. Allí, su padre se asocia al alemán Kurt Wolff en Pantheon Books, donde André trabajaría por treinta años. En los años 60 la empresa es comprada por Random House, y ésta, en los años 70, pasa a integrar un gran grupo de medios. En 1990, en razón de cambios en la gestión de la empresa, Schiffrin deja Pantheon, junto a varios otros editores, y crea The New Press, editorial “independiente” que dirige hasta su muerte, en 2013.

14 Es interesante notar que el director de La Fabrique, Éric Hazan, contemporáneo de Schiffrin y traductor de algunos de sus libros al francés, comparte con él semejanzas notables de trayectoria: ambos son hijos de editores judíos que migraron a Francia, y ambos se involucraron con la militancia socialista en distintos momentos de la vida.

15 Para un análisis comparado de la producción intelectual/académica sobre libro, edición y lectura en Brasil y Argentina, ver nuestro trabajo anterior (Muniz Jr. 2014).

16 Vale destacar que LIBRE es parte de un fenómeno más amplio de creación de entidades similares en todo el mundo, durante toda la década de 2000. El primero de estos agrupamientos es, probablemente, Editores Independientes, creada en 1998 por cuatro editoriales del área de países de habla hispana: la mexicana Era; la chilena Lom Ediciones; la uruguaya Trilce y la vasca Txalaparta. Todavía a fines de los años 90, el editor-fundador de Lom, Paulo Slachevsky, sería también uno de los responsables de la creación de la Asociación de Editores Independientes, Universitarios y Autónomos de Chile. En 2000 es creada en Leipzig la Fundación Kurt Wolff, que actualmente agrupa más de 60 editores “independientes” alemanes. Año tras año se crean nuevos agrupamientos semejantes: la Federazione Italiana degli Editori Independenti, en 2001; LIBRE, en 2002; la asociación francesa L’Autre Livre, en 2003; la Alianza de Editoriales Mexicanas Independientes (AEMI), en 2004; la Alianza de Editores Independientes de Argentina por la Bibliodiversidad (EDINAR), en 2005; la australiana Small Press Network, en 2006; Editores Independientes de Peru (EIP), en 2007; la Red de Editoriales Independientes de Colombia (REIC), en 2008; y en 2010, AQEI (Alliance Québecoise des Éditeurs Indépendants) y Afrilivres (Association des Éditeurs Francophones au Sud du Sahara). Gran parte de tales asociaciones están afiliadas a la Alianza Internacional de los Editores Independientes y, aunque posean sus particularidades (escalas de trabajo, nivel de institucionalización, estrategias etc.), tienen como telón de fondo la necesidad de dar visibilidad a la producción de las editoriales “independientes” y de luchar colectivamente por su supervivencia económica y simbólica.

17 Irónicamente, años después, la editorial fue comprada por el grupo portugués LeYa, perdiendo el estatuto de “independiente” y desligándose de la entidad.

18 Una versión de este documento fue divulgada en 2011 bajo el título Um programa em defesa da bibliodiversidade, dirigido a la Ministra de Cultura y al presidente de la Fundación Biblioteca Nacional y firmado por dirigentes de la LIBRE, de la Asociación Nacional de Librerías y de la Cámara del Libro del Estado de Rio Grande do Sul.

19 Asimismo, es importante subrayar que la realización de la Primavera dos Livros ha recibido apoyos gubernamentales desde su primera edición, sea en el nivel municipal, estadual y nacional.

20 Tijuana es, en realidad, un proyecto de edición, exhibición y distribución de libros de arte que surge en 2007 en la Galeria Vermelho, una de las principales galerías de arte contemporáneo de Brasil.

21 Desde el comienzo, esta feria se presenta como una iniciativa de carácter internacional: la primera edición se realizó en el marco del Año de Francia en Brasil, en asociación con el Centre National de l'Édition et de l'Art Imprimé, institución francesa que contiene un acervo de publicaciones de artistas y organiza el Salon Light, una feria con propuesta semejante. Asimismo, en 2014 la Feria Tijuana se hizo por primera vez afuera de San Pablo –en el Patio del Liceo, en Buenos Aires– con la participación de aproximadamente cincuenta expositores de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México.

22 Declaraciones de los participantes de la Feira Miolo(s), recogidas por sus organizadores durante el evento. Las fotos de los editores en la feria y sus declaraciones fueron reunidas en una página de Facebook: https://www.facebook.com/media/set/?set=a.958290754184618.1073741868.558924490787915&type=1 [Consultado: 15-03-2015].

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