Orbis Tertius, vol. XXV, nº 31, e156, mayo-octubre 2020. ISSN 1851-7811
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria

Libros

José Amícola, El poder-femme. Virginia Woolf, Simone de Beauvoir y Victoria Ocampo. La Plata, EDULP, 2019, Género, 263 páginas. Edición digital: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/80598


Cita recomendada: Bonatto, V. (2020). [Revisión del libro El poder-femme. Virginia Woolf, Simone de Beauvoir y Victoria Ocampo por José Amícola]. Orbis Tertius, 25(31), e156. https://doi.org/10.24215/18517811e156

Hace ya diez años, Pascale Casanova dio una vuelta de tuerca a la sociología del arte de Pierre Bourdieu al proponer, en el ensayo traducido como La República mundial de las Letras, el enfoque de la crítica literaria internacional. De acuerdo con esta mirada, el espacio global de las letras tiene su propia economía de jerarquías y de exclusiones, oculta bajo la máscara de la apropiación nacional del hecho literario. El ensayo de José Amícola, publicado en formato digital bajo el sello de EDULP, logra ir un poco más lejos: por medio de un giro epistemológico feminista, Amícola consigue una reapropiación metodológica de los conceptos de campo intelectual y campo literario. El interés por el comparatismo con perspectiva de género, sin embargo, no es nuevo para este reconocido investigador. Dos de sus trabajos anteriores, por mencionar solo dos ejemplos de la vasta producción académica de José Amícola, habían mostrado cómo la estética camp, surgida al calor de los movimientos de liberación norteamericanos de los sesenta, permite pensar los alcances del concepto de posvanguardia en la literatura latinoamericana (Camp y posvanguardia. Manifestaciones culturales de un siglo fenecido, Buenos Aires, Paidós, 2000); o bien cómo el contrapunto entre la tradición alemana del Bildungsroman y la vertiente de la novela gótica inglesa darían forma a buena parte de la literatura argentina contemporánea (La batalla de los géneros. Novela gótica versus novela de educación, Buenos Aires, Beatriz Viterbo, 2003). En El poder-femme. Virginia Woolf, Simone de Beauvoir y Victoria Ocampo, Amícola estudia comparatísticamente tres polos literarios (Bloombsbury en Londres, el círculo sartreano en torno al Café de Flore en París y el grupo Sur en Buenos Aires) a partir de los modos en que el sistema-género, tal como lo denomina desde las primeras páginas, contribuye al posicionamiento de los agentes y al direccionamiento de las fuerzas de atracción y rechazo que modelan sus relaciones. La constatación de que estos tres enclaves culturales estuvieron signados por tres personalidades femeninas que, en mayor o menor grado, hicieron todo lo posible por romper con los esquemas de género impuestos por las sociedades de su época, le sirve al autor como puntapié para revisar no solamente el ímpetu renovador y el combate común que los tres polos llevaron a cabo contra las tradiciones literarias de sus propios campos y contra la moral burguesa o victoriana, sino también para leer los vasos comunicantes, las afinidades y las exclusiones que se dieron dentro de esos grupos y, especialmente, entre el polo argentino y los dos europeos.

En la “Introducción” del estudio, se presenta y desarrolla el marco conceptual que será revisado y reinterpretado a lo largo del resto de los capítulos. Aquí, la nueva comparatística de Peter Zima (Komparatistik, 1992), con el énfasis en el internacionalismo de los fenómenos culturales, la relativización de las fronteras nacionales y la atención especial hacia los textos tenidos por secundarios, triviales o paratextuales, entrará en diálogo con los genderstudies. En conjunto, ambos campos teóricos permitirán reflexionar sobre los alcances de la noción de “reacción” (fundamental para el comparatismo, en tanto modalidad de posicionamiento de los autores dentro de un medio literario) y delimitar las características de las formaciones culturales en tanto “comunidades interpretativas excluyentes”, que reinterpretan su entorno, imponen sus lecturas y ejercen, como núcleos elitistas, su poder de exclusión. Las exclusiones, por su parte, generan también respuestas y proyectos creativos genuinos, como José Amícola mostrará al analizar, en la tercera parte del estudio, la obra de Cyril Connoly, Albert Camus y Witold Grombowicz.

Cada uno de los tres campos literarios estudiados tiene su desarrollo por separado en la Primera Parte del libro, titulada “Las comunidades excluyentes”. El primer lugar, por ser también el primero en la línea cronológica, le corresponde a Bloomsbury. Este grupo de intelectuales y escritores vinculados a la esmerada educación de Cambridge y al exquisito entorno del matrimonio de Virginia y Leonard Woolf, dueños también de la casa editorial The Hogarth Press (1917-1946, bajo su dirección), es referido por Amícola como “facción díscola”, en tanto epicentro de la renovación literaria y también sexual en el periodo de entreguerras. El grupo de Bloombsbury jugaría un papel importante, quizás inaugural, en la cruzada por el desmoronamiento de las normas del arte realista y de las conductas sexuales prefijadas, para cuya comprensión la categoría de género es indispensable. Repasando la historia de la exclusión femenina del mundo de las letras en Occidente, Amícola postula la novela Orlando de Virginia Woolf (1928) como ejemplo cabal de ambos tipos de vanguardia (literaria y sexual). Ni un crítico contemporáneo y conocedor del campo literario inglés como lo fuera Cyril Connoly, ni Harold Bloom en su análisis de esta novela hecho en 1994 en The Western Canon (para quien el esteticismo y el amor por la lectura desinteresada son temáticas fundamentales de Orlando), ni tampoco la traducción encomendada a Borges para la editorial Sur (1938), pudieron leer la estratagema de Virginia Woolf al escribir esta novela, sobre la cual se ha dicho, además, que es una larga carta de amor a la escritora Vita Sackville West, amante de la autora. En la línea de las críticas que Virginia Woolf hacía en sus ensayos sobre el monopolio masculino de la escritura, la propuesta de Orlando, de acuerdo con la lectura del autor de El poder-femme, no solamente pone en relieve la insoslayable y absurda desigualdad entre hombres y mujeres sino que, además, las situaciones de la novela apuntan a una crisis científica y artística en la consideración del cuerpo femenino. Por último, Amícola, sagaz lector y filólogo, demuestra que el esclarecedor y olvidado ensayo de Joan Riviére publicado en 1929 “Womanliness as a Masquerade”, acerca de la negación compulsiva de las mujeres respecto de sus realizaciones intelectuales, aparece como el intertexto más apropiado para entender el disfraz que se le impone a Orlando hacia la mitad de la novela.

En el abordaje de la figura de Simone de Beauvoir, del grupo existencialista del Café de Flore y de la revista Les Temps Modernes (1945-2019), Amícola propone pensar que la personalidad faro del existencialismo no fue tan solo Jean Paul Sartre sino que, como lo demuestra la consagración que Sartre hiciera de Jean Genet en paralelo a la de Violette Leduc por parte de de Beauvoir, se trató de un binomio. Ambos fueron personajes insoslayables de lo que sucedía en París y en el resto del mundo, pero la propuesta de de Beauvoir fue mucho más lejos que la de la filosofía sartreana. De hecho, El Segundo Sexo (1949) abogó por una revolución mucho más fundamental y duradera, ya que atacaba una tradición que llevaba siglos y que, asentada sobre la naturalización de las normas, se resistía a transformarse. Amícola relee el ensayo de de Beauvoir señalando que es allí donde se ponen en acto las cuestiones de existencia y de situación, cruciales en el pensamiento existencialista. Además, repasa la recepción inmediata que se hiciera en Francia, Inglaterra y en Argentina de la doctrina existencialista y de la propuesta feminista de Simone de Beauvoir, señalando cómo, en las lecturas sesgadas por la intelectualidad de la época, solamente se pudo reconocer el costado de liberación sexual de sus postulados y no se pudo ver la crítica a la desigualdad entre los sexos ni apreciar el valor de una figura femenina intelectual e independiente, como lo era esta escritora.

El último tramo de la Primera Parte de El poder-femme se detiene sobre la trayectoria de Victoria Ocampo y de Sur (1931-1992), haciendo hincapié, por un lado, en lo que el autor del ensayo caracteriza como el feminismo nominal de Ocampo (que dio lugar a muchas de las limitaciones de esta figura fundamental del campo literario argentino para acoger renovaciones que no fueran estrictamente literarias, y masculinas) y, por el otro, en las causas de la pérdida de prestigio de la revista. Para Amícola, el modelo femenino de autonomía y de empoderamiento que representaba en la práctica Victoria Ocampo no supo acompañarse por el mismo nivel de progresismo y modernidad en sus ideas y en su accionar dentro del campo literario. Entre las causas que llevaron a que Sur dejara de ser la publicación faro del siglo XX Amícola señala el hecho de que le diera la espalda al existencialismo sartreano (y fuera, además, prácticamente ciega a Simone de Beauvoir), en provecho de la postura ahistoricista e individualista de Albert Camus, y de que se inclinara por el irracionalismo y la búsqueda de figuras míticas que promoviera Carl Jung, en desmedro del psicoanálisis de Freud y de Lacan. La influencia de las ideas estéticas de Paul Valéry, leído a través de la mirada imprescindible de Jorge Luis Borges, también opacarían, en la interpretación de Amícola, los destellos de los grandes vanguardistas en la caja de resonancia de Sur, quien fuera sorda a Franz Kafka, Robert Musil, Thomas Mann, Italo Svevo y James Joyce. Haciendo foco en factores como el esnobismo, la ceguera de clase y el deslumbramiento por lo europeo que, por contraste con el vacío sudamericano autopercibido, era visto como un espacio cultural sin tropiezos, Amícola repasa el malentendido entre Victoria Ocampo y Virginia Woolf y el injusto desdén que la argentina mostrara hacia Simone de Beauvoir. El capítulo, además, pasa revista al apego de Ocampo por ciertas figuras masculinas de la cultura y las letras afectadas por una común concepción peyorativa hacia lo femenino (Ortega y Gasset, el Conde de Keysserling, Rabindranah Tagore, Eduardo Mallea… a quienes Blas Matamoro en su ensayo de 1986, Genio y figura de Victoria Ocampo, describiera como espejos victoriales) y recupera el homenaje que le rinde a Ocampo la revista Les Temps Modernes en 1981.

La Segunda Parte del estudio se dedica a esclarecer los procesos de exclusión dentro de las tres comunidades interpretativas abordadas. En un primer capítulo, se desarrolla el caso de Cyril Connolly, a partir del cual Amícola compara los grupos de Bloombsbury y de Chelsea, caracterizados ambos por el elitismo y la preeminencia de la disidencia sexual en sus miembros, pero diferenciados en cuanto a sus ideas sobre la literatura (esteticismo y tradicionalismo en la facción vinculada con Oxford, vanguardismo y renovación en el grupo ligado a Cambridge). El segundo capítulo desarrolla la polémica entre Sartre y Camus dentro de las páginas de Les Temps Modernes (1951), que se cierra con la publicación de La caída en 1956, donde Camus se desquitaría con el feminismo de Simone de Beauvoir. El tercer capítulo aborda el ostracismo que caracterizara a Witold Grombowicz en relación con Sur y también con el campo literario polaco. El vanguardismo de Grombowicz, hasta cierto punto entendido por Amícola como vanguardismo queer, no encaja en absoluto en los moldes de la experimentación literaria encabezada por Borges.

Finalmente, el libro se cierra con un capítulo dedicado a unas “Reflexiones finales” en las que se vuelve sobre los ejes trabajados desde la profundización teórica de los conceptos de performance y performatividad, pensados desde Judith Butler. Un aporte fundamental lo constituye, a mi entender, la reflexión acerca de que la lógica iterativa del género emprende su violencia también sobre las identidades masculinas, con una fuerza no demasiado explorada en relación con lo que me atrevo a llamar la performance literaria. En esta parte final, el ensayo vuelve también sobre la relectura que Butler hace de Simone de Beauvoir, particularmente de las consideraciones de la escritora francesa sobre el sujeto mujer, y agrega a ello la idea de mascarada que en los años treinta desarrollara la escritora inglesa Joan Riviére, también citada por Butler. Didier Eribon, permítaseme la referencia, apunta en Teorías de la literatura: sistemas de género y veredictos sexuales (2015), que el sistema normativo, cuya fuerza sostiene la adhesión dóxica al mundo del cual participamos, está inscrito en todas las estructuras del mundo y en el funcionamiento general y cotidiano de todos los mecanismos institucionales que se reproducen a sí mismos. Es precisamente a partir de este marco de ideas que José Amícola nos invita a pensar en cómo las inscripciones genérico sexuales, situadas en términos existencialistas, y las disputas por el poder que ellas ponen en juego, constituyen factores que inciden en mayor o menor medida en cuestiones como la ideología o el sentir generalizado de las formaciones culturales, y los sistemas de exclusión que ellas manejan.

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